No hace falta estar en la primera juventud, sino estar frescos en la presencia del Señor y prestos para responder cuando se nos requiera.
Vale la pena trabajar en equipo, y para hacerlo conviene tener presente las motivaciones que nos llevaron a dejar de trabajar solos.
Dejar de pensar en mí para pensar en nosotros y proyectarnos en forma corporativa es un esfuerzo constante e intencional. ¡Es parte de morirnos a nosotros mismos!
Comenzar el trabajo de edificación sin comprender bien el mecanismo solamente conduce a la frustración y a un cansancio sin fruto.
Viene sucediendo desde el libro de los Hechos en cada momento de la historia, cada vez que el reino de los cielos se ha abierto camino entre las tinieblas ha dejado tras su paso una estela de benevolencia: testimonios, instituciones, justicia y solidaridad.
Es un esfuerzo enorme desde todos los puntos de vista y lo que nos impulsa es la convicción: los niños tienen alma, y la suya tiene el mismo valor que la de un adulto. Así mismo, creemos que los medios de gracia del Señor pueden alcanzar a los pequeños desde la más tierna a edad.
En su contexto histórico, lo que Cristo estaba proclamando no era solamente sorprendente, sino hasta ofensivo. Un pacificador no podía ser un buen ciudadano —ni entre los judíos ni entre los romanos—, tal cosa era una inmoralidad. En su tiempo, promover la paz era tan inmoral (por alterar el statu quo) como lo es ahora el militarismo.
¿Qué es eso que te define, que te hace único, relevante, importante, eso que si lo perdieras entrarías en crisis, con lo que llamas la atención, eso que constantemente emerge en tus conversaciones y de lo que si tienes oportunidad no dejas de mencionar? ¡Esa es tu identidad!
Un hombre no regenerado podría convenientemente apartarse aunque sea temporalmente de pecados particulares al constatar sus destructivas consecuencias, pero solamente aquel en el que habita el Espíritu Santo puede llegar a ver el pecado como Dios lo ve.