¿Qué necesita una persona para ser bautizada?

Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Mateo 28:18-20

Pregunta
Ya acepté a Cristo como mi salvador, ¿qué necesito para ser bautizado?

El bautismo cristiano es una ordenanza del Señor, algo en lo que todo creyente verdadero debería participar. Es simbólica, cuando somos bautizados estamos con ello representando en la esfera pública algo que de hecho ya sucedió en nuestro corazón (la esfera privada): el perdón de nuestros pecados y el nuevo nacimiento. La Escritura enseña que nuestra salvación es por gracia, al poner nuestra fe en Cristo1, no por obra alguna, concreta o simbólica en la que podamos participar por nuestros propios medios. La salvación es una obra que opera Dios según su soberanía y voluntad, y ningún hombre puede disponer de ella usando sus propios medios: podríamos mecánicamente sumergir a alguien en las aguas, pero no podemos salvarle. Este entendimiento no reduce el valor del bautismo, sino que lo hace evidente: todo creyente verdadero desea ser bautizado, deseará hacerlo a causa de su salvación, primero para cumplir con lo que el Señor ordenó (obediencia) y después para identificarse con él públicamente (testimonio).

Aun así, surgen preguntas acerca del nivel de madurez que debería tener el creyente antes de ser bautizado, el tiempo que se debería esperar antes de hacerlo o cuál es su situación antes de ir a las aguas (es o no salvo) que a continuación intentaré darle respuesta.

El nivel de madurez: lo importante es llegar a constatar la realidad de su fe

El bautismo no debe ser visto como un reconocimiento de la madurez cristiana de quien participa, sino como un testimonio de su fe; en cuando a orden, no somos bautizados porque hemos madurado, sino porque queremos madurar; en vez de verlo como una graduación, debe ser visto como la inscripción, no es la meta sino el punto de partida. Al momento de ir a las aguas el creyente no tiene respuestas para todas las preguntas (tampoco ha leído toda la Biblia, como con buena intención desean hacer algunos), pero sí puede responder la pregunta más importante: ¿ha recibido a Cristo como su Señor y salvador? Si lo ha hecho, si ha creído, entonces debe ser bautizado. La clave aquí es constatar la realidad de su fe, y a esto las Escrituras le llaman dar fruto de arrepentimiento. ¿Cómo sé que he nacido de nuevo, que realmente soy cristiano? Lo sabes porque Dios (no tú) lo hace evidente en ti en diferentes maneras: abre tus ojos a la realidad de que Jesús es el Cristo2, pone en ti un deseo de salir de las tinieblas para andar en la luz3 y un amor a tus hermanos que jamás pensaste que podías sentir4. Para ser bautizado el creyente debería ver en sí mismo el fruto de arrepentimiento, pero al mismo tiempo, sus hermanos, que le llevarán a las aguas, deberían también constatarlo. No hacer la debida diligencia en constatar el fruto de arrepentimiento de quién será bautizado hace un gran daño, a la persona, que incorrectamente puede llegar a confiar que ha sido salva porque fue mecánicamente bautizada, pero también a la iglesia, que estaría recibiendo en su membresía personas que realmente no han nacido de nuevo. Si tuviéramos en el dilema, sería mejor postergar el bautismo de un verdadero creyente —pues de todos modos es salvo—, que bautizar apresuradamente a alguien que aún no ha creído.

No hacer la debida diligencia en constatar el fruto de arrepentimiento de quién será bautizado hace un gran daño, a la persona, que incorrectamente puede llegar a confiar que ha sido salva porque fue mecánicamente bautizada, pero también a la iglesia, que estaría recibiendo en su membresía personas que realmente no han nacido de nuevo.

El tiempo que debería esperar. (El que se necesario para llegar a tener entendimiento.)

Al leer el Nuevo Testamento encontramos que los creyentes eran bautizados relativamente pronto, después de haber creído. Siendo así, se podría concluir que no hace falta esperar ningún tiempo prudencial o de instrucción antes de bautizar a los creyentes. Para responder la pregunta sobre el tiempo quisiera que consideráramos no solamente el texto que describe el bautismo de los primeros creyentes, sino también el contexto en el que comenzó la iglesia cristiana: no se trataba de personas ajenas al conocimiento de Dios, sino de judíos, personas que durante toda su vida habían sido formados para adorar al único Dios verdadero (monoteístas), que conocían las Escrituras (especialmente las profecías que describían la llegada del Mesías), el valor simbólico del bautismo y ahora habían encontrado a Cristo. Estas personas eran prontamente bautizadas porque tenían ya lo necesario para participar con entendimiento. Las personas que no son judías (gentiles, como se les llama en el Nuevo Testamento) antes de ir a las aguas, para participar con entendimiento necesitan ser instruidas en los asuntos más básicos, y el tiempo que requiera esta instrucción no es el mismo para todo el mundo. La clave no está en poner al creyente a esperar como si estuviera a prueba ante nosotros, sino en ayudarle a participar con entendimiento. (Añádase a lo anterior, que gran parte de los creyentes del Nuevo Testamento fueron bautizados en un tiempo de persecución, donde solamente una persona que había nacido de nuevo y recibido el poder del Espíritu Santo5 podría haber deseado dar un testimonio público de su fe, pues identificarse con Cristo podría representar su muerte.)

El estado del creyente. (Salvo por gracia por medio de la fe.)

Dado que es necesario haber constatado la realidad de su fe por medio del fruto de arrepentimiento y recibido instrucción al respecto del significado de esta ordenanza simbólica, algunos creyentes verdaderos podrían esperar un tiempo antes de ir a las aguas, y tener mala conciencia al no haber cumplido con la ordenanza del Señor: «el que creyere y fuere bautizado será salvo»6. ¿Soy salvo después de haber creído, aunque no haya sido bautizado? Se debe hacer la diferencia entre el grupo compuesto por aquellos que no fueron bautizados porque solamente hicieron una profesión de fe superficial y luego se apartaron o los que eligieron en desobediencia a la ordenanza del Señor no bautizarse, frecuentemente por temor a comprometerse públicamente, y el grupo de quienes, teniendo una fe genuina y la intención, por razones prácticas no tuvieron la oportunidad de ser bautizados. Muchos verdaderos creyentes pusieron su fe en el Señor en situaciones de enfermedad o hasta persecución que les impidieron ser bautizados, y dado que la salvación es por gracia y no por obras, sabemos que fueron salvos por la fe. Ese fue el caso del ladrón en la cruz, quien sin haber ido a las aguas recibió la promesa del Señor: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.»7. Así mismo, un creyente que está siendo instruido en el significado antes de ser bautizado, por el hecho mismo de estar presto a recibir la instrucción y permanecer, está manifestando que desea participar. Él no se está avergonzando de Cristo o desobedeciendo la ordenanza, sino que con su disposición a ser instruido manifiesta el deseo de no solamente participar, sino participar con entendimiento. Entonces, tanto los creyentes verdaderos que no tuvieron la oportunidad de ser bautizados o los creyentes verdaderos que están siendo instruidos antes de hacerlo, sabemos fueron salvos por gracia al poner su fe en Cristo.

Obedecer con cuidado la ordenanza

Para obedecer la ordenanza no solamente hay que cumplirla, se requiere que la cumplamos cuidadosamente.

Cada iglesia local obedece la ordenanza de hacer discípulos, bautizarles y enseñarles a guardar todas las cosas que el Señor nos ha mandado, lo hace según los medios que Dios le ha dado. Algunas tienen solamente una reunión general donde se les explica a todos los creyentes que van a participar cuál es el significado, otras tienen varias reuniones previas. En nuestra iglesia local tenemos una serie de talleres en las que los nuevos creyentes se inscriben para recibir instrucción en lo que significa el bautismo, lo que es la iglesia cristiana y lo que continuarán haciendo para crecer en el Señor después de haber sido bautizados. Lo importante es que cada creyente tenga la oportunidad de constatar que en verdad ha creído y participe con entendimiento de esta ordenanza del Señor. Al mismo tiempo, la iglesia local debería evitar que se relajen las ordenanzas del Señor, evitar que, ya sea por negligencia o ignorancia, quienes no han creído sean tenidos como verdaderos creyentes o miembros de una iglesia local. Para obedecer la ordenanza no solamente hay que cumplirla, se requiere que la cumplamos cuidadosamente. Lo más importante antes de participar es entender el aspecto simbólico, constatar la realidad de la fe del creyente y que ha entendido el significado de la ordenanza (su simbolismo).

¿Es posible a volver bautizarse? Si una persona llegara ser bautizada y tenida como parte de la iglesia del Señor, y luego, al nacer de nuevo, reconoce que al momento en que participó lo hizo mecánicamente, bien haría en volver a las aguas, ahora con convicción y entendimiento, pues aunque el bautismo se practica una sola vez, no estaría siendo re-bautizado, para él esta sería realmente la primera. Sus hermanos quizás no sean consientes de que su bautismo inicial no fue real, pero él quiere agradar a Dios y tener buena conciencia. Para una iglesia madura una situación de este tipo debería ser motivo de alegría. ¿Qué mejor fruto de arrepentimiento que la sinceridad de corazón y la obediencia? ¡Gloria al Señor por esos casos!

  1. Efesios 2:8-9 []
  2. 1 Juan 2:23-24 []
  3. 1 Juan 1:6 []
  4. 1 Juan 4:20 []
  5. Hechos 2:38 []
  6. Marcos 16:16 []
  7. Lucas 23:43 []

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