¿Cómo sé que soy cristiano?

Pregunta:
Ya acepté a Cristo como mi salvador, pero a veces me pregunto: ¿cómo puedo comprobar que «realmente» soy un cristiano?

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

Hebreos 10:23

Una pregunta / Dos fuentes

Que nos estemos haciendo estas preguntas es una buena señal, significa que valoramos la gracia de Dios.

Esta es una pregunta frecuente que llega a la mente de los nuevos creyentes. La misma tiene dos fuentes. La primera es nuestra natural emoción ante el hecho maravilloso y extraordinario que es nuestra salvación, algo tan grande, tan importante y trascendental que nos hace preguntarnos, por prudencia o hasta por temor, si realmente somos cristianos. Hemos recibido de Dios un regalo que no podíamos haber obtenido por ningún otro medio1, es normal queramos constatar si realmente el regalo es nuestro, ¿acaso tendrá nuestro nombre en alguna parte? ¿Acaso tendré yo algún documento, quizás un sello similar al acta de nacimiento que me recuerde que soy realmente un hijo de Dios? Que nos estemos haciendo estas preguntas es una buena señal, significa que valoramos la gracia de Dios y que reconocemos nuestra incapacidad para obtener este don precioso por nuestros propios medios.

Nuestra salvación es un hecho concreto y objetivo, un asunto primariamente legal que está ante Dios y puede ser comprobado por sus frutos.

La otra fuente en la que tiene su origen en la influencia de nuestro adversario el diablo. Satanás quiere mantenernos en la esclavitud del pecado y constantemente nos acusa2 poniendo en dudas nuestra nueva identidad en Cristo y nuestro gran cambio de estado: de enemigos a hijos. Ante la más leve caída pone en dudas el amor de Dios hacia nosotros (gracia) y ante el primer obstáculo nuestra incapacidad de amarle a Él (obediencia). Estas dos fuentes de dudas son aumentadas por desconocimiento de algunos hermanos que hablan de su salvación como si fuera solamente un sentimiento, un asunto imposible de constatar o cuya demostración sería imprudente. Nada más alejado de la realidad, nuestra salvación es un hecho concreto y objetivo, un asunto primariamente legal3 que está ante Dios y puede ser comprobado por sus frutos. Lo mismo sostienen otros que utilizan erróneamente la afirmación del Señor sobre no juzgar a nadie, interpretando esto como un llamado a cerrar los ojos ante el proceder de nuestros hermanos. Por el contexto es evidente que la intención de Cristo es que evitemos desarrollar un espíritu de superioridad o condenación hacia los demás.

Tres pruebas de autenticidad

No es labor nuestra «separar» el trigo de la cizaña, pero sí podemos «distinguir» el uno del otro.

Cinco de los libros del Nuevo Testamento fueron escritos por el Apóstol Juan: un evangelio, cuyo objetivo general es que «creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre4» y tres cartas, cuyo objetivo general es que después de creer «sepáis que tenéis vida eterna5». También escribió el Apocalipsis. Son muchos los hombres que han aceptado a Cristo leyendo el evangelio de Juan, pero no muchos saben que Juan también escribió tres cartas y que en ellas aprendemos cómo constatar que ya somos cristianos. No es labor nuestra «separar» el trigo de la cizaña6, pero sí podemos «distinguir» el uno del otro por sus frutos7. Sobre todo, nos interesa constatar8 nuestra propia realidad ante Dios y no la ajena. Juan presenta tres pruebas muy útiles:

Prueba #1:
La prueba de la doctrina:
no podemos decir que somos cristianos si no tenemos la doctrina correcta.

¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.

1 Juan 2:23-24

La doctrina más importante es la deidad de Cristo, pues de ella se derivan todas las demás doctrinas cristianas.

Esta primera prueba es rechazada o reducida por quienes afirman que es posible llegar al Padre por diferentes caminos9. La doctrina correcta es una marca distintiva de los creyentes verdaderos, siendo la doctrina más importante, pues de ella se derivan todas las demás doctrinas cristianas, la deidad de Cristo. Muchos afirman que no importa lo que tú creas siempre y cuando te comportes como un cristiano o tengas amor, pero la Biblia es clara en afirmar que a menos que estés de acuerdo con la doctrina cristiana no puedes ser hijo de Dios. Precisamente esta es la fe que produce salvación: creer que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios. Puedes creer por las Señales que Cristo cumplió, puedes creer por el testimonio que dieron de Él sus discípulos, pero solamente puedes llamarte cristiano si puedes creer esto. Casi todas las falsas doctrinas que el cristianismo refutó en los primeros quinientos años de su historia —que esencialmente son las mismas de ahora, pero con otros nombres y representantes— han intentado negar de un modo u otro la deidad de Jesús el Cristo10), lo que evidencia que Satanás ha querido apartar de Dios a los creyentes por medio de la doctrina. Tener la doctrina correcta no es solamente bueno o importante, ¡es un asunto vital! El cristianismo va de la doctrina a la práctica y no al revés. Si realmente somos salvos hay en nosotros un deseo ardiente por conocer la verdad de Dios cada vez de forma más completa, más perfecta, más cabal. Eso se manifiesta por el deseo de conocer su palabra, pero sobre todo, por un deseo de conocer a Cristo más y más.

Prueba #2:
La prueba de la moral:
no podemos decir que somos cristianos si no andamos en la luz.

Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.

1 Juan 1:6 RVR

Queremos conocer la verdad que nos hace libres, pero queremos también practicar la verdad con libertad.

El cristianismo no se trata solamente de afirmar intelectualmente un conjunto de doctrinas, sino también, de orientar de acuerdo a ellas toda nuestra vida; queremos conocer la verdad que nos hace libres, pero queremos también practicar la verdad con libertad. Es natural todo cristiano verdadero un fuerte deseo por cultivar las consecuencias morales de nuestras doctrinas, y si alguien dice tener la doctrina y no anhela vivir de acuerdo a ella, entonces miente. Ciertamente en nuestro caminar tendremos caídas, pero aún en el suelo, prevalece en nosotros el deseo de caminar de forma distinta para la gloria de Dios. Así como anhelamos un conocimiento más perfecto de Dios, anhelamos también un caminar cada día de forma más agradable a Él. Si realmente somos cristianos hay en nosotros un deseo ardiente de «andar como él anduvo11». Quizás en algunas áreas de nuestra vida aún nos falte perfeccionamiento12, pero el deseo de perfección, de buscar «las cosas de arriba13» es la prueba de que somos suyos.

Prueba #3:
La prueba de las relaciones:
no podemos decir que somos cristianos si no expresamos amor hacia nuestros hermanos.

Si alguno dice: yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

1 Juan 4:20 RVR

El siguiente instinto natural después de llegar a ser cristianos es buscar una iglesia local con la intención de practicar el amor.

Algunos han querido anteponer esta prueba a todas las demás, dicen que lo importante es el amor cristiano, sin tomar en cuenta que la moral cristiana y la doctrina cristiana —explicadas anteriormente— tienen junto al amor una importancia similar. Si realmente somos cristianos, hay en nosotros una nueva inclinación hacia la iglesia de Dios. Lo que antes nos era indiferente o hasta gravoso, ahora se vuelve atractivo: queremos compartir con nuestros hermanos y buscamos intencionalmente oportunidades para hacerlo. Este amor característico es expresado por medio de nuestros actos de servicio (usando nuestros dones), por nuestro deseo estar congregados con otros creyentes (usando nuestro tiempo) y por nuestra generosidad (usando nuestros recursos materiales). Por eso, el siguiente instinto natural después de llegar a ser cristianos es buscar una iglesia local con la intención de practicar el amor. Si realmente somos cristianos hay en nosotros un deseo ardiente por expresar nuestro amor hacia nuestros hermanos.

Resumen de las pruebas

Para terminar de responder al título de este artículo, tengo que decir que ninguna de estas tres cosas —la doctrina correcta, el caminar correcto ni las relaciones correctas— son cosas que podemos lograr por nuestros propios medios. Es el Espíritu Santo que ilumina nuestro entendimiento para que podamos ver y aceptar la realidad de Cristo, que fortalece nuestra voluntad para que sigamos las pisadas de Cristo y que expresa por medio de nosotros este profundo amor. Precisamente ese es el documento que nos recuerda a nosotros que somos propiedad de Dios: !dice la Biblia que hemos sido «sellados con el Espíritu Santo»! El Espíritu Santo es nuestro sello y su presencia en nosotros nuestras arras14. La diferencia principal entre un cristiano verdadero y un farsante, es que en un cristiano verdadero estas tres cosas (doctrina, moral y relaciones) se expresan a consecuencia de la presencia del Espíritu Santo en Él, pueden ser cultivadas, claro está, pero la semilla no es propia.

(Para evidenciar la armonía y perfección de la palabra de Dios, les muestro a continuación que estas mismas tres pruebas se encuentran en el mismo orden en el libro de Hebreos.)

RELACIONES Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. MORAL Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. DOCTRINA El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? (Hebreos 10:24-29 RVR)
  1. Efesios 2:8-9 RVR: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. []
  2. Romanos 8:33-34 RVR: «Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. []
  3. Colosenses 2:13-14 RVR: «Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz». []
  4. Juan 20:31 RVR []
  5. 1 Juan 5:30 []
  6. Mateo 13:24-30 []
  7. Mateo 7:20-21: «Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos». []
  8. 2 Corintios 13:5 RVR: «Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? []
  9. Juan 14:6 RVR: «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí». []
  10. Arrio afirmaba que Cristo no era Dios, fue refutado en el Concilio de Nicea (325); Apolinar afirmaba que Cristo no era humano, fue refutado en el Concilio de Constantinopla (381); Nestorio afirmaba que Cristo «residió» en el hombre pero que no encarnó, fue refutado en el Concilio de Éfeso (431); Eutiques afirmaba que Cristo tuvo una sola naturaleza y no dos, fue refutado en el Concilio de Calcedonia (451 []
  11. 1 Juan 2:6 RVR []
  12. Filipenses 1:6 RVR: «Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo». []
  13. Colosenses 3:1-2 RVR: «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra». []
  14. Efesios 1:13-14 RVR: «En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria []

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