Carey se levantó en Inglaterra para llamar la atención hacia una causa que tenía sin cuidado a la generalidad de los hombres de su tiempo: la evangelización de los paganos. Hoy su intención no impresiona mucho, pero en su tiempo era un proyecto provocador.
Quisiera comenzar a leer, pero no tengo el tiempo para hacerlo. Y cuando logro apartar el tiempo, pronto pierdo el interés. ¿Cómo es que algunas personas pueden leer tantos libros en un año?
Así como cada cristiano es un teólogo, debería ser también un historiador; y de hecho, no será un buen teólogo si ignorara la historia. Nuestra fe es viva, razonable e histórica, despojarla de este elemento sería igualarla al mito.
Que Dios te use a pesar de tu desvarío no es un testimonio se Su aprobación, sino de Su soberanía. Dios es el creador y el hombre la creatura, el creador puede usarnos soberanamente como herramienta suya sin que su trato implique que se agrade en nosotros.
Todo cristiano anhela ver el crecimiento de la iglesia, pero sabemos que esto no depende de nosotros mismos: es un milagro, algo sobrenatural que Dios se ha reservado para Él. Lo que sí está a nuestro alcance es sembrar en tantos lugares como nos sea posible, orar y esperar en el Señor, y si vemos fruto, administrar la cosecha como mejor podamos.
La completa eliminación del hambre, de la enfermedad o las injusticias no debería ser nuestra aspiración en este momento. Pero el otro extremo, la indiferencia, tampoco debería ser nuestro lugar: sabemos que siempre tendremos pobres entre nosotros, pero podemos trabajar para que no sean siempre los mismos.
En la mayor parte de Latinoamérica la gente ya tiene cierto conocimiento sobre Jesús. Los tres primeros evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) son especialmente útiles para conocer su persona, pero el cuarto evangelio (Juan) fue escrito expresamente «para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre».