Un criterio para seleccionar la música que escuchamos

Necesitamos un criterio para nuestra aproximación a la música. Aquí encontrarás una serie de consideraciones para que con la ayuda del Señor puedas establecer el tuyo. Sé que para algunos este podría ser un tema ya cerrado, pero creo que valdría la pena volver a pensarlo, para nuestro provecho y el de nuestros hermanos.

Esta es una pregunta frecuente: ¿deberíamos los cristianos escuchar música secular? Mi respuesta va en la dirección de tener un criterio, más allá de un sí o un no. La manera más corta de responder sería decir que técnicamente no existe tal cosa como la «música cristiana» o la «música secular», que la música es un lenguaje universal y solamente podría ser calificada como buena música y mala música, música con letra cristiana y música con otra temática. Esta respuesta corta se escucha tan bien como el estribillo de una canción bien compuesta y arreglada, pero no toma en cuenta otros factores muy necesarios que deberíamos considerar. Como cristianos necesitamos un criterio para nuestra aproximación a la música, y es lo que intentaré esbozar en este artículo: una serie de consideraciones al respecto de la música para que después de leerlo y con la ayuda del Señor puedas establecer el tuyo propio según la verdad (eterna y estable) y tu situación particular (temporal y dinámica):

Ocho consideraciones para establecer un criterio

  1. La música está siempre presente. Entiende que es virtualmente imposible abstraerte completamente de la música. Ella ha estado con nosotros desde el comienzo de la historia y la historia con música terminará. Aún si cerráramos nuestros oídos las melodías están en nuestra mente y se evocan en cualquier momento, pues nuestra memoria musical es muy potente. No solamente escuchamos la música que nosotros queremos, sino la que quieren los otros: en la casa, en la calle, en el barrio, en el transporte público, en las películas y hasta los anuncios comerciales. Además, la música es un regalo de la gracia común de Dios para todas sus criaturas, sin ella nuestra existencia en este mundo caído sería aún más difícil. Tomando esto en cuenta nuestra aproximación a la música (tanto de la música que preferimos como de la que no) nunca podría binaria: escucho esto y aquello no; podemos elegir deleitarnos o no deleitarnos, pero no entre escuchar o no escuchar. A veces me he encontrado a mí mismo repitiendo el estribillo de canciones que no comparto (ya sea por su letra, música o por lo que representan), pues son tan pegajosas que casi no puedo evitarlo.
  2. La música nos influye. Entiende que la música tiene más influencia sobre ti de la que quizás eres consiente: influye en tu estado de ánimo, en tus deseos y en tus elecciones. Ella ha contribuido a formar tu cosmovisión, tus gustos, tu vocabulario, tus opiniones y hasta tus relaciones. Puedes seguir siendo influenciado pasivamente por ella —recibiendo sin criterio todo lo que la música puede ofrecerte— o ser consciente de su influencia para según sea el caso evitarla, rechazarla o afirmarla. Por regla general, quien más tenga más sensibilidad musical más influenciado será por ella, por lo que debería ser más cuidadoso.
  3. La música nos influye de manera diferente. Ten presente que la misma selección musical que podría ser aceptable para un creyente en específico podría ser ocasión de caer para otros. Lo que una pieza provoca en nosotros no depende solamente objetivamente de su música y su letra, sino incluye un amplio espectro de elementos subjetivos a los que apela y evoca que dependen de los referentes particulares de cada quien. La misma canción (artista, letra y música) que en unos evoca la nostalgia de una ciudad a otros les recuerda una relación amorosa inapropiada que vivieron allí, un recuerdo que no deberían avivar. La misma música que podría mantener unida a una familia podría separar a otra; lo que induce en mí la alegría a otros los lleva a la tristeza más profunda. Es algo subjetivo, dinámico, particular; cada quien debe tener un criterio.
  4. La música puede ser desechable. Aunque necesitamos siempre ejercitar el discernimiento, hay música que no debería existir y a la cual haríamos bien en nunca visitar. Esto incluye algunas piezas consideradas como música cristiana que por su pobre contenido hacen más daño que bien y esperamos que pronto queden en el más profundo olvido. Incluyo este punto para responder a aquellos que se refugian en el «examinadlo todo; retened lo bueno»1, ignorando que inmediatamente después se nos dice también «absteneos de toda especie de mal»2. Si al escuchar una canción encontramos que no es saludable no hace falta incluirla en el playlist; a veces ni siquiera hay que escucharlas enteras para darse cuenta, temprano anuncian hacia dónde van. Hay playlist que al hombre le parecen derechos, pero su fin es camino de muerte.
  5. La música tiene agenda. Comprende que lo que representa una canción va más allá de la canción misma. Cada obra sirve a los intereses de un autor y le representa: sus puntos de vista, sus causas, movimientos y filosofías. Puedes decir que te encanta una canción, pero rechazas la obra de ese artista en su conjunto, y sería sabio si solamente la escucharás tú. El caso es que así como es virtualmente imposible abstraerse de la música, es virtualmente imposible no compartirla, y cuando compartes la canción estás compartiendo todo lo demás. Ya sea que al escucharla otros también la escuchen, o que ella emerja en tus conversaciones —en especial si te gusta tanto— otros buscarán la canción, el artista (nombre, estética y corriente), el video en YouTube y la producción completa. Sé que sería mucho pedir que admitamos la obra completa de alguien para valorar una pieza, pues nos quedaríamos sin música, pero tampoco ignoremos que una canción podría ser la puerta a una casa a la que quizás deberíamos pensarlo dos veces antes de enviar a otros. Si terminas haciéndolo, por lo menos mándalos advertido. (En la música este punto es mucho más relevante que en la literatura o el cine donde las obras tienden a estar más separadas de su autor.)
  6. La música es difícil de discernir. Toma en cuenta —para ser más cuidadoso— que es más complejo discernir una canción que otras expresiones culturales, como la literatura. La música tiene algo que es muy potente y frecuentemente se ignora: el lenguaje musical, cuando es correcto, nuestro cerebro lo recibe como verdad, aunque la letra de la canción sea completamente falsa, ofensiva o insustancial. Lo primero que discernimos es la melodía, y podría ser que al resultarnos agradable en la distracción admitamos también un mensaje que no debería serlo. Adicional a esto, a diferencia del proceso de lectura, donde leemos, pausamos para discernir y volvemos a leer, no es común hacer pausas mientras se escucha una canción, por lo que al hacerlo estamos mucho más expuestos.
  7. La música debe ser filtrada. Aplica siempre el filtro provisto en las Escrituras. (Lee Filipenses 4:7-8.) No deberíamos tener un doble estándar, lo que encuentro inapropiado en una conversación casual debería encontrarlo igualmente inapropiado en mi selección musical. Aquí alguien puede responder que igualmente existen cosas que no compartimos en otras expresiones de la cultura y en la vida misma y en esos casos no nos abstraemos de participar completamente, pero tanto en los libros, las películas, series de televisión y en la vida misma, es esperable que esos casos sean expresiones incidentales, no el todo de la obra, y si fuera el todo de la obra o gran parte de ella deberíamos ausentarnos. Puedo admitir ver una película en la que por momentos puntuales tenga que apartar los ojos alguna parte una escena o un libro al que le encuentre determinadas objeciones; otro caso sería tomar esa parte de la escena que no comparto y repetirla indefinidamente ante mis ojos o enmarcar el párrafo del libro que encontré inapropiado. Es un asunto de proporciones, y ante una canción inapropiada, por tratarse de una obra relativamente corta y con vocación de repetirse, convendría no exponernos. Al aplicar el filtro te darás cuenta de que el segmento de la cultura contemporánea al que un creyente podría con responsabilidad y limpia conciencia exponerse es relativamente pequeño, esta es una de las consecuencias del pecado y una razón para anhelar que la cultura sea redimida.
  8. La música puede ser formidable y terrible. Considera el hecho de que una obra musical, aun habiendo encontrado que sea inapropiada para nuestro consumo, podría ser impresionante musicalmente, muy creativa, ingeniosa o hasta atractiva. Eso es, que haya encontrado que no es apropiada para mí no significa que ignore o niegue sus cualidades musicales o me sienta atraído hacia ella; aunque no me lo permita. Me recuerda la descripción que hizo Habacub de los Caldeos como nación: «formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad3». Rechazó sus cualidades morales sin dejar de reconocer su poderío militar. Así mismo son algunas canciones, algunos músicos y algunos compositores: ¡formidables y terribles! Y en esto los músicos cristianos frecuentemente se encuentran en estrecho: admiran musicalmente una pieza, aunque no quisieran ser relacionados con el mal testimonio de la obra en sí. Los principios que están detrás de la buena música son universales, pueden ser aprendidos y replicados, pero deberías cuidar siempre tu corazón, para no deleitarte en la maldad o difundirla. Muchos son atraídos a consumir determinada música por sus melodías, pero la falta de criterio los lleva a deleitarse tanto en la forma como en el fondo, y terminan deshonrando a Dios.

La iglesia del Señor tiene una herencia musical muy rica, tanto en lo musical como en las letras.

Si eres un nuevo creyente y tienes sensibilidad musical podrías encontrar que tus opciones ahora son mucho más limitadas, y así es, llegar a tener nuestro deleite en Dios y vivir para su gloria requiere estos sacrificios. De todos modos, te animo a que conozcas la música cristiana, la iglesia del Señor tiene una herencia musical muy rica, tanto en lo musical como en las letras. Te sorprenderás al descubrir que frecuentemente es el mundo que ha copiado de nosotros y no al revés. Limpia tu playlist, eso te ayudará a limpiar tu mente, tendrás pensamientos más puros, más gozo y mejores decisiones; en resumen, a una vida victoriosa. Y si eres un músico cristiano, te animo a que en vez de unirte al mundo o replicar sus formas contribuyas con la causa.

Relacionado Artículo: ¿Deberíamos los cristianos consumir bebidas alcohólicas?.

  1. 1 Tesalonicenses 5:21 []
  2. 1 Tesalonicenses 5:22 []
  3. Habacuc 1:5-11 []

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *