La gracia común

Primer Sermón del Año Este fue el primer sermón que prediqué en nuestra iglesia en este año (2014), el pasado domingo. Como será el punto de partida para muchos otros temas que estaré desarrollando, transcribí algunas partes del sermón y desarrollé más ampliamente algunos puntos, el resultado fue este texto, que aunque sé que por su extensión puede ser difícil de leer en un monitor, espero luego ir enlazando sus diferentes partes (pueden usar el índice) cuando eventualmente me refiera a otros temas relacionados. El tema mismo, sobre la gracia común, fue el resultado de un largo estudio personal que realicé al final del año pasado en el que el Señor abrió mis ojos a realidades que en otro tiempo había pasado por alto. Quiera el Señor hacer lo mismo con ustedes a través de Su Palabra.

Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan.Salmo 145:8-10 RVR

Introducción: Diferencias, Propósito e Implicaciones

El hombre que vive sin Dios, quien merece la muerte por sus pecados y no es digno de sus favores, aún respira y ve salir el sol.

Los cristianos podemos aceptar con facilidad que Dios ha mostrado su amor para con nosotros de una manera especial, «en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros»1, pero regularmente obviamos que la gracia común de Dios está disponible para todas sus criaturas. El hombre que vive sin Dios, quien merece la muerte por sus pecados y no es digno de sus favores, aún respira y ve salir el sol2, y más que eso, goza de innumerables favores temporales, a tal punto, que aparentemente al impío le van mejor que al justo. En lo adelante pretendo diferenciar la «gracia común» de Dios de su «gracia especial» que opera para salvación, luego, el propósito de esta gracia común que está disponible para todos los hombres y terminaré mostrando las formas prácticas en que la gracia común afecta nuestra relación con el mundo (implicaciones).

Tres (3) Motivos

Entre las diferentes razones o motivos que tengo para comenzar el año exponiendo la doctrina de la gracia común, hay tres que considero principales. Las menciono ahora como preámbulo, antes de desarrollar el tema:

  1. ¿Por qué un Dios bueno permite que en su creación se manifieste la maldad?

    En primer lugar, entender esta doctrina responde preguntas existenciales muy puntuales que nos hacemos todos los hombres, pero en especial, que nos hacemos los creyentes. ¿Por qué un Dios bueno permite que en su creación se manifieste la maldad? ¿Por qué a los impíos aparentemente les va mejor que a los justos, si ellos ignoran al creador y viven de espaldas a Él? Esas son dos preguntas frecuentes, pero hay más. No pretendo responderlas todas de forma puntual, sino que me limitaré a exponer la doctrina para que cada quien, desde allí, responda sus propias preguntas.

  2. La gracia común es como un gran marco dentro del cual podemos colocar otros temas a la luz del evangelio.

    En segundo lugar, esta doctrina guarda estrecha relación con diferentes temas que estaré exponiendo este año en el púlpito de nuestra iglesia. Por ilustrarlo de algún modo, la gracia común es como un gran marco dentro del cual podemos colocar otros temas a la luz del evangelio, temas que de otro modo —fuera del marco— correríamos el peligro de verlos desde una perspectiva secular. Cito algunos de los temas que espero colocar luego en este marco: liderazgo, emprendimiento e iniciativas sociales desde la iglesia, activismo y desarrollo económico.

  3. Pretendo hacer evidentes determinadas maneras del amor de Dios que comúnmente se pasan de largo.

    En tercer lugar, esta ha sido una doctrina frecuentemente eclipsada por la gracia especial que opera en los hombres para salvación. En esto es fácil de entender: quienes han sido objeto del amor de Dios expresado en Cristo queda sobrecogidos de una emoción tan grande que frecuentemente ignoran todo el amor que históricamente Dios les había venido manifestando. Aún antes de la adopción, cuando por su desobediencia estaban «sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo», de diferentes maneras, ya eran objeto del amor de Dios3», ya Dios les estaba amando. Pretendo hacer evidentes determinadas maneras del amor de Dios que comúnmente se pasan de largo.

Exposición sistemática

He preferido exponer esta doctrina sistemáticamente (desde diferentes partes de las Escrituras) precisamente por esto: no busco ahora remarcar intensamente algún tópico que Dios nos ha revelado en su palabra (profundidad) sino más bien, declarar el gran marco (perspectiva) para luego ir de lo general a lo particular de forma más reposada. Esto es lo que todo estudiante de las Escrituras debe anhelar: tener profundidad en cada parte de ellas, pero sin perder la perspectiva de cómo se expresa determinada doctrina en el contexto más amplio o general. Por decirlo de algún modo, en este momento estoy mostrando el mapa.

Punto #1: Diferencias entre la «Gracia Común» y la «Gracia Especial»

  • Ambas tiene a Dios como fuente, pero cada una apela a un atributo de su carácter de forma especial y nos llega por un medio particular: Adán o Cristo.

    Su origen. La primera diferencia la encontramos en su origen. De forma última, ambas se desprenden del carácter de Dios, pero se puede con cuidado inferir que uno de los rasgos de Su carácter queda claramente expresado en una gracia y otro en la otra: en su gracia común se hace manifiesto su gran amor y en su gracia especial su justicia; la gracia común se ha estado manifestando desde la creación, pero Dios también ha querido «manifestar en este tiempo su justicia4», su gracia especial, se ha manifestado «ahora», con la venida de Cristo. Se podría afirmar también que la gracia especial es una obra de amor, pero eso no anula esta doble clasificación, en su primera gracia expresada (gracia común) se muestra Su gran amor, en su segunda gracia expresada (gracia especial) se muestra Su gran amor y también su justicia. Las bendiciones dadas por Dios en el Edén, a las cuales llegamos por Adán5, componen su gracia común, las bendiciones dadas por Dios en el evangelio, a las cuales llegamos por Cristo6, componen su gracia especial. En ambas se trata de gracia, ambas tiene a Dios como fuente, pero cada una apela a un atributo de su carácter de forma especial y nos llega por un medio particular: Adán o Cristo.

  • Hasta aquellos que en comparación con los otros han recibido menos, tendrán que admitir que por la misericordia de Dios han recibido mucho más de lo que merecían.

    Su Acceso. Sin importar en qué parte del mundo haya nacido, todo hombre tiene acceso inmediato a la gracia común del Señor, pues su acceso es universal. Quienes nacieron en un contexto de esclavitud o en países no muy desarrollados pueden pensar que recibieron menor gracia que aquellos que nacieron en un contexto de libertad o en países desarrollados, pero estas diferencias no tienen que ver con el acceso, sino con la mayordomía (ver mayordomía en puntos siguientes) y hasta aquellos que en comparación con los otros han recibido menos, tendrán que admitir que por la misericordia de Dios han recibido mucho más de lo que merecían. Con la gracia especial, que es la única que obra para salvación, el acceso no es universal, sino particular. Ella se hace disponible por medio de la predicación del evangelio en quienes tienen el acceso a escucharlo (Romanos 10:14-15) y lo reciben, de allí se desprende que el cristianismo sea una religión expansiva, con vocación mundial, pues es la voluntad de Dios «que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones»7.

  • Ese «pronto» podría llegar a ser de hasta cien años —de ahí el desespero—, pero comparado con la duración de las bendiciones del justo, que van desde aquí y hasta la eternidad, siempre será un corto tiempo.

    Su Alcance. Para ilustrar este aspecto diferenciador haré un contraste entre el Salmo 37 y 1 Pedro 1. El Salmo 37 documenta una de las paradojas de la creación: por la gracia común de Dios a los impíos les va bien y los justos podemos llegar a impacientarnos por causa de ellos, o hasta a envidiarles, sin embargo, el alcance de tal prosperidad es temporal, sabemos que serán «pronto cortados, y como la hierba verde se secarán». (Ese «pronto» podría llegar a ser de hasta cien años —de ahí el desespero—, pero comparado con la duración de las bendiciones del justo, que van desde aquí y hasta la eternidad, siempre será un corto tiempo.) Por otro lado afirma el apóstol Pedro que hay una herencia «incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros»8. El alcance de la gracia común es temporal, el alcance de la gracia especial es eterno. Desde la perspectiva temporal el impío aparenta estar mejor, aparentemente va por delante de nosotros en cuando al acceso de su gracia común —y esto tiene un propósito que veremos más adelante— pero sabemos que su fin es la destrucción. La gracia común de Dios ha alcanzado por su misericordia hasta al impío, pero la gracia especial de Dios ha alcanzado a su iglesia, y nos ha bendecido no con los deleites temporales a los cuales ellos y nosotros podemos tener acceso en este tiempo, sino con los deleites eternos, reservados exclusivamente para nosotros.

  • El verdadero progreso cubre el todo del hombre, no solamente sus necesidades materiales, sino también las necesidades de su espíritu.

    Su Aplicación. La gracia común de Dios y su gracia especial también se aplican de forma distinta, la primera se aplica por medio de la mayordomía (administrado los recursos que Dios ha provisto en la creación) y la segunda se aplica por fe. La aplicación de la gracia común ha permitido que unos pueblos administren mejor la creación y obtengan una mayor calidad de vida, de allí viene el uso eficiente de los recursos naturales, la investigación científica, que no es más que el estudio sistemático del orden que el creador puso en su creación y también la tecnología, que es la aplicación de la ciencia a las necesidades prácticas. Cuando haciendo uso de su gracia común administramos bien la creación, entonces obtenemos un progreso material, cumpliendo así el «fructificad y multiplicaos5» establecido por el creador. Estaríamos cerrando los ojos a la realidad si negáramos que hombres impíos han demostrado a lo largo de la historia ser buenos administradores de la creación, aunque no lo hagan para la gloria de Dios, y que los países más prósperos, materialmente hablando, no necesariamente son los más piadosos. La buena mayordomía ha demostrado ser una herramienta útil para traer prosperidad económica, que sea algo sostenible o que dicha prosperidad económica mejore interiormente el ser humano es otra cosa. El verdadero progreso cubre el todo del hombre, no solamente sus necesidades materiales, sino también las necesidades de su espíritu, por eso le deseaba el apóstol Juan a su amigo Gayo: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma». La gracia común, aplicada mediante la mayordomía de la creación, puede prosperar al hombre en muchas cosas, pero Su gracia especial, aplicada por medio de la fe, es la única que prospera su alma. La gracia común beneficia al hombre, pero deja su ser interior en la misma condición (insatisfacción), la gracia especial nos regenera, nos justifica, nos santifica y nos glorifica. ¡Es una gracia más profunda que satisface plenamente!

Evidencias de la Gracia Común

En esta primera parte he hecho una diferenciación entre la gracia común y la gracia especial en su origen, acceso, alcance y aplicación, pero antes de cerrar el punto quiero ofrecer evidencias concretas de que la gracia común opera a favor de todos los hombres. Quizás algunos aún dudan del favor de Dios hacia ellos, quizás algunos aún tiene dificultades para aceptar que el creador ha sido bueno «para con todos», me dispongo ahora a demostrar aún más el punto con el fin de que al saberlo, alaben a Jehová «todas sus obras». Estas son las evidencias:

  • ¿Late tu corazón? Si tu corazón late, entonces afirma conmigo: ¡Dios es bueno!

    La duración de la vida. El Señor estableció que en el momento que el hombre pecara, en ese momento moriría9. ¿Mintió Dios? ¡No! ¡Amó Dios! Que aún respires, que aún lata tu corazón Y que veas salir el sol, no es un despiste o una falla en el sistema, sino una evidencia clara de que « misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia». ¡Es su gracia común! ¿Cuál es la razón por la que los pecadores no hemos sido consumidos? Es esta: «por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias»10. El amor de Dios se hace aún más evidente en esta gracia, y la maldad de los hombres también, pues en vez de arrepentirse de sus pecados, quieren cuestionar a Dios y encontrar en su carácter una contradicción por el hecho de que aún ellos mismos no han sido consumidos. ¿Hay alguna otra evidencia en las Escrituras de que es la gracia común de Dios las que permite que el pecador aún permanezca? Claro que sí: dice Pedro que el Señor «es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento». ¿Late tu corazón? Si tu corazón late, entonces afirma conmigo: ¡Dios es bueno! No me ha dado lo que me corresponde, sino que ha ampliado sus misericordias para conmigo.

  • El mismo límite establecido por Dios en la capacidad productiva de la tierra es un recordatorio vivo de las consecuencias del pecado.

    La preservación de la creación. Después de la caída la tierra ha perdido parte de su capacidad productiva inicial y esto hace que lo que antes era solamente deleite requiera mayores sacrificios, pero aún produce. No es tan fecunda como antes, pero aún produce lo necesario para nuestra subsistencia, y esto evidencia la gracia común del Señor. Es más, el mismo límite establecido por Dios en la capacidad productiva de la tierra («con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá»11) es un recordatorio vivo de las consecuencias del pecado (efecto preventivo), y hasta en esto podemos ver su gracia común.

  • No tienen una convicción, sino algo que llaman valores y al vivir de acuerdo a ellos cosechan los frutos de las bendiciones del creador sin necesariamente darle a Él la gloria.

    La familia. Es común ver familias de incrédulos, gente que vive sin tomar a Dios en cuenta, a las cuales en muchos sentidos les va bien. No tienen una convicción, sino algo que llaman valores —convicciones con una fuente impersonal— y al vivir de acuerdo a ellos cosechan los frutos de las bendiciones del creador sin necesariamente darle a Él la gloria. Siendo que la familia fue la primera institución creada por Dios para el beneficio del hombre, y que aún después de la caída se nos permite permanecer en ella y cosechar sus frutos, tenemos que tomar esto también como evidencia de que el amor de Dios alcanza a unos y a otros en su gracia común. Algunas de esas uniones familiares, establecidas por la misericordia de Dios, pero desarrolladas de espaldas a Él, permanecen unidas a través del tiempo, hasta que la muerte los separe. ¡Gloria al Señor por haberles permitido permanecer juntos!, aunque lamentamos que el significado más alto del vínculo matrimonial y su permanencia, que es proclamar, dramáticamente la relación de Dios con su iglesia, haya permanecido velado para ellos. Disfrutaron por su gracia común del vínculo en la familia física, pero se perdieron aquello a lo que solamente por la gracia especial se puede acceder: el vínculo en la familia espiritual, que es la iglesia.

  • Lee el libro de Proverbios y vive de acuerdo a ese estándar, y aunque no te encuentres con Dios en el cielo es posible que en la tierra te vaya bien.

    Conocer intelectualmente la ley de Dios. Hombres que no son cristianos, que ni siquiera llegan a teístas, tienen la Biblia en muy alta estima, la leen y siguen algunos de sus preceptos, aunque sea únicamente por sus beneficios prácticos. Por citar un caso que me viene ahora a la mente por su muerte reciente, digamos Facundo Cabral. Él afirmó que el 24 de Febrero de 1954 un vagabundo le recitó el Sermón del Monte y en ese momento sintió que estaba naciendo. Ese «nacimiento» tendrá que ser tomado —por sus frutos— necesariamente como un renacimiento intelectual, no como el nuevo nacimiento que por la gracia especial de Dios opera el Espíritu Santo en el hombre natural, pero tal como él mismo afirma, escuchar este sermón de Jesús fue un momento importante, desde la perspectiva intelectual para Facundo Cabral. Del mismo modo otros han sido sobrecogidos por la sabidurías del libro de Proverbios, por la hermosura poética y sapiencial de los salmos, por la el realismo vívido del evangelio de Marcos, por la profundidad de Juan; este es un sobrecogimiento intelectual que puede llegar hasta a afectar en algún punto su manera de vivir: por la gracia común todos podemos recibir la ley, pero por la gracia especial la ley puede ser no un fin en sí mismo para alcanzar sabiduría terrenal, sino también «nuestro ayo, para llevarnos a Cristo12». El Jesús histórico y su testimonio escrito hizo de Facundo un hombre un poco más sabio, pero no con la sabiduría que es útil «para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús»13. Con razón Pablo afirmó que las Sagradas Escrituras «te pueden hacer» sabio para la salvación, y no «te hacen». Quienes fueron expuestos por largo tiempo a la Palabra de Dios, aún antes de ser cristianos, pueden testificar del beneficio que ha sido para ellos aplicar en sus vidas parte de la doctrina cristiana, en especial lo relativo a la moral y el amor. Yo mismo reconozco que haber participado en la Escuela Bíblica sensibilizó mi conciencia a un punto tal que me preservó providencialmente en momentos importantes de mi vida, aún antes de aceptar el evangelio y bautizarme. Lee el libro de Proverbios y vive de acuerdo a ese estándar, y aunque no te encuentres con Dios en el cielo es posible que en la tierra te vaya bien. ¡Esa es la gracia común del Señor!

  • En el hombre natural aún hay un panel de luces y alarmas que se encienden con frecuencia, aunque regularmente se ignoren.

    La conciencia. Hay una ley previa a la ley, una que opera en nosotros mucho antes del Sinaí, que no fue dada de forma extraordinaria a un pueblo elegido, sino a todos los pueblos, de forma ordinaria. Ella opera dentro de nosotros, aprobando o reprobando nuestros actos, y es una evidencia de la gracia común, que opera en todos los hombres. Que diferentes cosmovisiones (aristotélica, judeo-cristiana, hinduista, oriental) tengan la misma inclinación a buscar una norma objetiva de lo correcto o incorrecto evidencia la imagen de su Creador en la criatura: tenemos una conciencia moral, y por muy malograda que esta haya quedado después de la caída, aún rinde algún fruto. La moral no es un convencionalismo de los hombres que podemos remplazar como hemos en la historia remplazado otras cosas, sino una parte de nuestro ser que si se aboliera se estaría aboliendo al hombre mismo14. Los materialistas acusan de violentos algunos de los relatos del Antiguo Testamento, pero antes de debatir estos hechos en sí, ellos tendrían que responder que cuál es su norma de lo que es bueno o es malo, que cómo llegaron a entender que la violencia es algo reprobable: hasta para intentar cuestionar a Dios con sus conciencias desinformadas tendrán que agradecer primero a Dios, que por su gracia común los dotó de ellas. La conciencia no es un privilegio exclusivo de los creyentes, nosotros tenemos una conciencia regenerada y sensible por obra del Espíritu Santo —un corazón de carne— e informada por medio de la ley, pero en el hombre natural aún hay un panel de luces y alarmas que se encienden con frecuencia, aunque regularmente se ignoren. Algunos, en vez de responder a la alerta desconectan el panel, o por la falta de uso pierden la capacidad de «discernir entre su mano derecha y su mano izquierda»15, llegando a tener una «conciencia cauterizada16» —o un «corazón de piedra»17—, pero aún en ellos hubo conciencia, y es frecuente que en su gracia especial Dios intente despertarla.

  • La proporción entre gracia común para beneficio temporal y gracia especial para beneficio eterno en ocasiones era uno de diez.

    Los milagros del Señor. En su ministerio terrenal, no todo el que fue sanado por Cristo se convirtió en su discípulo. La proporción entre gracia común para beneficio temporal (sanidad, alimentación, resurrección) y gracia especial para beneficio eterno en ocasiones era uno de diez, como en la curación de los leprosos. Todos ellos experimentaron las misericordias de Dios, pero uno de ellos experimentó su gracia especial para salvación, este escuchó «levántate, vete; tu fe te ha salvado18». Aún oramos por creyentes e incrédulos y el Señor providencialmente responde por su gracia común, pero quisiera que fueran más las oraciones de arrepentimiento y confesión de pecados (obra de su gracia especial) que los ruegos por provisión material (obra de su gracia común).

  • En algunos contextos de perversidad Dios levanta un instrumento para ser luz.

    La iluminación indirecta. Recuerdo el momento en el que la energía eléctrica de mi casa falló y pude terminar una labor con la luz indirecta que nos entraba a través de la puerta. No era el entorno ideal, no era una fuente de luz propia, pero en el momento y para los fines funcionó. Así mismo viven algunos, en una patente oscuridad, pero le llegan de vez en cuando rayos de luz dispersos. Es la gracia común del Señor. En algunos contextos de perversidad Dios levanta un instrumento para ser luz, y un comentario suyo, una actitud, una decisión o simplemente su presencia, es el medio utilizado por Dios para preservar a los otros. Es la mujer piadosa junto a un marido no creyente19 (y viceversa), es el empleado creyente en una organización impía, es el discípulo de Cristo marcando la diferencia en un mundo caído; todos estos son casos frecuentes de gracia común de Dios dada a todos los hombres. Como indicó Cristo: «así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos»20.

  • ¿Era Nínive (capital de Asiria) parte del pueblo escogido por Dios? No lo era, pero era parte de su creación, y «bueno es Jehová para con todos».

    La reprensión profética. Era difícil de entender para la mente judía cómo el Señor les enviaba profetas a los pueblos paganos, cuando mucho de esos pueblos habían sometido y maltratado al pueblo de Dios. De ahí la negativa de Jonás, que prefería, en vez de predicarle a la ciudad de Nínive, huir a Tarsis (el extremo opuesto) o hasta perder la vida; y cuando compelido por Dios lo hizo y el pueblo se arrepintió, «se apesadumbró en extremo, y se enojó», llegando a cuestionar el carácter de Dios: «por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal». ¿Era Nínive (capital de Asiria) parte del pueblo escogido por Dios? No lo era, pero era parte de su creación, y «bueno es Jehová para con todos». Le respondió el Señor a Jonás: «tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?21» He ahí su gracia común, brillando en todo su esplendor. ¡Y ese no fue un caso aislado! Cien años después Nínive volvió a su anterior manera de vivir y le fue enviado el profeta Nahum, persistió en su pecado y fue destruida. Del mismo modo son preservados los pecadores por la voz profética de la iglesia, pero apartarse mecánicamente del pecado no les salvará de su eminente destrucción, quizás ante la visita de Jonás retroceden, pero hace falta algo más —gracia especial— y si permanecen en su aparente seguridad pronto les visitará Nahum. Hoy todos los hombres disfrutan del «año agradable del Señor»22, «pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas»23. Ya mencioné a Jonás y Nahum, pero otros profetas fueron enviados también a pueblos paganos. Sofonías les predicó a Gaza, a los filisteos, a Moab, a Amón, a Etiopía y a Asiria. Al hablar de Ciro, rey de Asiria, nuestro Señor se refería a él como «su ungido», «al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán»24. Profetizó que sería usado para enderezar los lugares torcidos y que había sido elegido por él. Era un rey pagano, pero por la gracia común de Dios fue usado para determinados propósitos: «es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero»25. Nabucodonosor no era bueno, pero su reino sirvió como molde para disciplinar al pueblo de Dios, de ahí que el Señor se refiriera a él tres veces26 como Nabucodonosor «mi siervo». (Eventualmente también él fue castigado, lo que evidencia que no era siervo por su bondad, sino por su utilidad.) Usó Dios a los caldeos, «nación cruel y presurosa» para castigar a su pueblo escogido y el profeta Habacuc quedó consternado. Me he extendido en este aspecto de la gracia común (Dios alertando a su pueblo escogido y a muchos pueblos más), pero aún hay otras manifestaciones que requieren atención.

  • Debemos agradecer a Dios aún por lo poco que pueda contener la maldad el más débil de los hombres que ha sido puesto en posición de autoridad.

    El gobierno (liderazgo político). Pablo les explicó a los Romanos27 que «no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas». Son gobiernos injustos, corruptos y que regularmente ignoran a Dios —pecadores rigiendo los destinos de pecadores—, pero por la gracia común han sido puestos para el beneficio del pueblo, pues en un mundo caído, el liderazgo, aunque sea malo, es mejor que la ausencia del mismo, la institucionalidad, aún débil, es mejor que su ausencia. La anarquía, la explotación del más débil por el más fuerte y la ausencia de representatividad alguna era lo que nos correspondía. En tiempos de los jueves, «cada uno hacia lo que bien le parecía», el reino de Israel vio desfilar por su trono una sucesión de reyes perversos; era un pobre liderazgo, pero aún pobre, eso era más deseable que nada. Debemos agradecer a Dios aún por lo poco que pueda contener la maldad el más débil de los hombres que ha sido puesto en posición de autoridad, y orar para que su autoridad moral (no solamente su poder) aumente. Como le recomendó Pablo a Timoteo: «exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad»28.

  • ¡Gloria a Dios por la insatisfacción! Ella fue colocada en nosotros por la gracia común de Dios para que eventualmente, por su gracia especial, sea cubierto el vacío por un deleite más elevado.

    La insatisfacción. El hombre trata su corazón como una copa y con deleites intenta rebosarla, pero nunca lo logra. El rey salomón, en su documento más personal, que es el libro de Eclesiastés, describe vívidamente su periplo personal por los diferentes placeres que se pueden probar sobre esta tierra, su expresión más recurrente es «vanidad». Eclesiastés dos es evidencia empírica a favor del argumento: no hay placer sobre esta tierra que pueda traer plena satisfacción al corazón del hombre. «Dije yo en mi corazón: ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad». ¡Gloria a Dios por la insatisfacción! Ella fue colocada en nosotros por la gracia común de Dios para que eventualmente, por su gracia especial, sea cubierto el vacío por un deleite más elevado. Muchos son los hombres que han venido a saciar su sed en la fuente de agua que salta para la vida eterna después de haber estado abriendo la fuente de diferentes posos y quedado insatisfechos. La familia, el trabajo, el patrimonio, el conocimiento, las diferentes formas de entretenimiento y diversión son fuentes de satisfacción, pero ninguna tiene el agua que sacia completamente la sed del hombre. Esa agua está reservada para la gracia especial, que obtenemos en Cristo.

En este primer punto les he enseñado las diferencias entre la gracia común y la gracia especial, lo resumo y paso al siguiente: la gracia común está disponible para todos los hombres, tienen su origen en Dios por uno de los atributos de su carácter, que es su amor, expresado en las bendiciones que obtenemos en Adán; por otro lado, la gracia especial está disponible para el que cree, tiene también su origen en Dios, por otro de los atributos de su carácter, que es la justicia, expresada en las bendiciones que obtenemos en Cristo. La gracia común nos rodea de bienes temporales en nuestra existencia terrenal, la gracia especial nos da una herencia eterna, reservada para nosotros en el cielo. Esta gracia especial opera en nosotros por la regeneración, justificación, santificación y glorificación.

Punto #2: El propósito de la Gracia Común

¿Avanzará este concierto de gracia cuyas notas salen disparadas desde diferentes instrumentos y en diferentes momentos hacia algún punto concreto al que quiere llevarnos el compositor?

En el primer punto expliqué las diferencias entre gracia común y gracia especial, en este segundo punto me ocuparé del propósito. La pregunta a responder es la siguiente: ¿para qué el Señor manifiesta su gracia común a todos los hombres? ¿Avanzará este concierto de gracia cuyas notas salen disparadas desde diferentes instrumentos y en diferentes momentos hacia algún punto concreto al que quiere llevarnos el compositor? ¿Tendrá un último acto que complete toda la pieza, nos deje satisfechos y dando al autor una ovación de pie? La realidad es que aún estamos aquí, merecíamos la muerte, pero aquí estamos. Estamos en el paredón, ya se nos leyó la sentencia, vimos el pelotón armado formarse ante nosotros antes de que se nos taparan los ojos, escuchamos la orden de disparar, apretamos los dientes, sentimos que se nos revuelve el estómago y el segundo se torna eterno, sentimos el sudor correr como río por nuestra espalda, pasa otro segundo, pero no sucede nada. Al parecer, con un gesto que no pudimos ver, alguien con el poder para hacerlo impidió la ejecución. Ahora podemos abrimos los ojos y el pelotón ya se ha ido. (No sabemos si volverá.) Lo esperable no sería bajar de allí a nuestra vida normal como si nada hubiese pasado, sino preguntar por la fuente del gesto para dar las gracias e inquirir si acaso su favor viene acompañado por alguna condición. ¿Tenemos que hacer algo para que el pelotón no vuelva? ¿Con qué propósito hemos recibido este favor? A esto pretendo dar respuesta.

  • En la gracia común se nos manifiestan la bondad de Dios hacia todas sus criaturas, y el propósito de esta comunicación es evidenciar su propia gloria.

    Para evidenciar Su gloria. Lo primero que responderé sobre el propósito es el encuentro más importante de todos: hemos sido objeto de la gracia de Dios para que en su bondad su gloria se haga manifiesta. Nuestro padre «hace salir su sol sobre malos y buenos» y «hace llover sobre justos e injustos»2, el propósito de esta manifestación, que incluye a los unos y a los otros, es aumentar su gloria. ¡Hasta los enemigos de Dios tendrán que reconocer que Dios es bueno! No me detendré extensamente en este punto, sino que los remitiré a la obra de Jonathan Edwards, ‘El fin por el cual Dios creó al mundo’, donde se demuestra desde dos perspectivas (desde la razón y desde las Sagradas Escrituras) que «todo cuanto se ha hablado jamás en las Escrituras como fin último de las obras de Dios está incluido en esta única frase: la gloria de Dios29». En la gracia común se nos manifiestan la bondad de Dios hacia todas sus criaturas, y el propósito de esta comunicación es evidenciar su propia gloria.

  • La gracia común de Dios no detiene este proceso de deterioro, pero reduce su velocidad significativamente, tanto, que el hombre pocas veces llegar a constatar por él mismo el peligro en que se encuentra.

    Para limitar el deterioro. Si el pecado no fuera contenido llevaría la creación a un proceso acelerado de destrucción, en el que no habría tiempo para la regeneración. Es evidente en el Edén la rápida progresión de la maldad con la entrada del pecado y en la historia de la humanidad hemos visto su avance en un efecto bola de nieve. La gracia común de Dios no detiene este proceso de deterioro, pero reduce su velocidad significativamente, tanto, que el hombre pocas veces llegar a constatar por él mismo el peligro en que se encuentra. Si el poder destructor del pecado operara en toda su capacidad, en una sola generación la creación completa sería destruida. A pesar de lo que aparenta, el poder corruptor que tiene Satanás sobre la creación en este momento no es ilimitado, el apóstol Pablo les dijo a los tesalonicenses que en este momento de la historia hay algo que «lo detiene» para que no opera con completa libertad. Algunos sugieren que ese agente que detiene el avance de la influencia diabólica es la presencia de la iglesia, otros que se trata de la presencia del Espíritu Santo, de forma precisa Pablo no explicó cuál es el agente que en este momento está utilizando Dios para preservar temporalmente su creación, pero sabemos que viene de Él, y también en esto se evidencia su gracia común. «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento30». No pretendo yo tampoco identificar cuál es el agente que Dios ha utilizado desde la entrada del pecado para preservar la creación, pero en este tiempo la iglesia es sal de la tierra y luz del mundo, su testimonio trae la gracia especial, pero su sola presencia ya es gracia común. Se limita el deterioro para que de tiempo a proclamar la gracia especial. (Más adelante abundaré en este punto.)

  • Se llama santificación, y es el proceso mediante el cual llegas a amar todas las cosas menos que a Dios y a amar a Dios sobre todas las cosas.

    Para santificar a su pueblo. Dios, en su misericordia, permite que el impío sea prosperado materialmente mientras su pueblo experimenta carencias. Consideramos nuestro patrimonio y luego el de aquellos que viven sin Dios y encontramos amplias diferencias. Lo más fácil sería acusar al rico de diferentes pecados particulares (hurto, explotación y diferentes actividades ilegales) y luego relacionar a dichos vicios su fortuna, pero aunque tal cosa de hecho sucede, hay muchos que respetando la ley, sin explotar a sus iguales y sin despojar a nadie viven en abundancia, su pecado ha sido vivir de espaldas a Dios (autosuficiencia), pues en vez de glorificar al creador de todas las cosas, hacen culto a sus medios de producción (empresas, capacidad intelectual, tierras); como los caldeos, el rico de este mundo «hará sacrificios a su red, y ofrecerá sahumerios a sus mallas; porque con ellas engordó su porción, y engrasó su comida31», y si fuéramos a acusar a alguien de injusticia, entonces estaríamos como Habacuc, acusando a Dios, pues es quien se lo permite. Algunos pensarán que estoy afirmando una contradicción, o que el conformismo me ha arropado, pero que por la gracia común vea el justo la prosperidad de los impíos es también una provisión de Dios. Se llama santificación, y es el proceso mediante el cual llegas a amar todas las cosas menos que a Dios y a amar a Dios sobre todas las cosas. En este momento el pueblo de Dios sigue sus promesas, está peregrinando hacia ellas y en el camino tendremos que guardar silencio ante Jehová y esperar en Él, no alterarnos por el hombre que prospera en su camino. Eres Abram en su peregrinar, tendrás en ocasiones que posar en Egipto, contemplar sus bienes, si el Señor te lo permite hasta recibirás de ellos algún presente y seguirás de largo; Egipto puede ser tu provisión momentánea, pero tu promesa está en otra parte. El pueblo de Egipto y su aparente abundancia fue consistentemente una tentación para el pueblo de Dios y es una metáfora de las tentaciones que enfrentaremos los creyentes sobre esta tierra. Dios puede usar a Egipto para bendecirnos momentáneamente, pero tenemos que recordar siempre que no es Egipto nuestro proveedor y evitar poner en Egipto nuestra confianza. Egipto inicialmente parece inofensivo y nos ofrece su ayuda «generosa», pero Egipto esclaviza y con fuerza nos retiene para que no caminemos hacia nuestra promesa. Cuando pasamos por Egipto (metafóricamente hablando) somos santificados al renunciar a un beneficio temporal en pos de un beneficio eterno. Por la gracia común Egipto prospera, y la prosperidad de Egipto es un medio que puede ser utilizado por Dios temporalmente para bendecir a su pueblo, pero más allá de eso, nos santifica, haciendo que amemos más las promesas de Dios que los bienes materiales. Una advertencia: «he aquí que confías en este báculo de caña frágil, en Egipto, en el cual si alguien se apoyare, se le entrará por la mano, y la atravesará. Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que en él confían»32. También, «por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón33».

  • Por la gracia común de Dios el hombre obtiene las preguntas, y por su gracia especial obtiene las respuestas.

    Para permitir la predicación del evangelio. Porque el hombre se siente insatisfecho, porque el hombre es un ser racional y porque Dios los ha dotado de voluntad, es posible la predicación del evangelio. Por la gracia común de Dios el hombre obtiene las preguntas, y por su gracia especial obtiene las respuestas. El evangelio de la gracia especial es puesto sobre la bandeja de la gracia común. Ni la insatisfacción, ni la razón ni la voluntad pueden por si mismas traer la salvación, pero la gracia especial opera desde allí. Es una invitación amorosa. El Señor te permite respirar, ver el sol, administrar su creación, acumular riquezas, ¿con qué propósito? Con el propósito de invitarte. Son las cuerdas de amor con que Dios te está atrayendo: «con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida». La gracia común no es suficiente, pues dijo también Dios: «cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí». Jacob había faltado a Esaú, y para calmar su ira se preparó para el encuentro mandando regalos delante. El amor de Dios es aún más grande, pues a pesar de ser él quien ha sido defraudado, es quien prepara el encuentro. La gracia común son los regalos que vienen delante de Dios y con Dios (en Cristo) viene su gracia especial.

  • ¿Rechazarás la gracia especial de Dios? ¡Recuerda que la voluntad que estás usando también te ha sido dada por Él!

    Para facilitar la tarea de la predicación. Ya vimos que la gracia común permite la predicación del evangelio, ahora veremos que también la facilita. Podemos partir de que la gracia común ya nos ha alcanzado a todos y hemos experimentado sus beneficios temporales para anunciar la gracia especial con sus beneficios eternos. Podemos partir de aquello que para el inconverso es familiar y evidente para explicarle aquello que no conocen ni pueden ver por sus propios medios, pues quizás el Espíritu Santo abre los ojos de su entendimiento y pueden ver la luz. Es el estudiante que está considerando el diseño industrial como carrera, pero no sabe a ciencia cierta cuál es el campo de dicho oficio. Llamó por teléfono a un diseñador ya graduado para que lo ambientara y esta fue su respuesta: mira por la ventana y dime que ves. Veo automóviles. ¡El automóvil es fruto del diseño industrial! Ahora descríbeme la ventana —dice el diseñador—. Es un ventanal pivotante con eje en el centro y cierre de presión. ¡En esa ventana probablemente intervino un diseñador industrial! ¡También en el teléfono que tienes sobre tus manos! Esa es una forma convincente de demostrar la utilidad de una carrera. Y esta es una manera convincente de presentar a Cristo: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo»34. Pecador, ¿puedes oírme? ¡Tus oídos fueron diseñados por Dios! Mira alrededor, tienes familia, quizás hijos, ¡«El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová35», «herencia de Jehová son los hijos36»! Pon tus manos sobre tu pecho, siente los latinos de tu corazón, siente tus pulmones inhalar y exhalar el aire y da a Dios la gloria a debida a su nombre. ¿No quieres hacerlo? ¿Rechazarás la gracia especial de Dios? ¡Recuerda que la voluntad que estás usando también te ha sido dada por Él!

Ya les expliqué, en el primer punto, la diferencia entre gracia común y gracia especial, en este segundo punto les he explicado el propósito de la gracia común, que está disponible y es naturalmente evidente para todos los hombres, en el siguiente punto, que es la última parte, terminaré mencionando algunas formas prácticas en que esto nos afecta. Ya que en la introducción afirmé quienes hemos sido objeto de la gracia especial de Dios en Cristo podemos tener cierta dificultad para entender la gracia común, ahora pretendo mencionar las implicaciones prácticas de la gracia común hacia la iglesia.

Punto #3: Formas prácticas en que la Gracia Común nos afecta

  • Podemos creer no solamente en Dios creador que nos hizo y nos dejó, sino en un Dios creador e interesado que nos hizo y nos sustenta.

    Podemos ver la creación con optimismo. Cuando vemos la creación inanimada, la creación animada, el firmamento y el hombre, podemos dar las gracias, pues a pesar de que el pecado entró en el mundo y ha venido progresivamente destruyendo, Dios no nos ha abandonado. Podemos creer no solamente en Dios creador que nos hizo y nos dejó, sino en un Dios creador e interesado que nos hizo y nos sustenta. Aún más, sabemos que la creación puede ser regenerada, que hay lugares donde el pecado ha dejado amplia devastación, pero que el evangelio puede ser allí proclamado y del valle de los huesos secos levantarse, por el poder de Dios, un pueblo. Sobre los huesos crecerán tendones, carne y piel, espíritu será puesto y volverá la vida. «Y me dijo: profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.37» Al ver la patética situación en que el pecado ha dejado al ser humano podemos ser presa del pesimismo, al igual que el profeta Ezequiel, no sabemos con seguridad saldrá vida del sepulcro, tenemos que decir «Señor Jehová, tú lo sabes», pero queremos que ocurra y trabajamos para ello.

  • Las tres preguntas claves son estas: ¿lo estás haciendo de corazón? ¿para quién lo estás haciendo? ¿De quién esperas tu recompensa?

    Podemos ser instrumentos del Señor. (Tanto de su gracia común como de su gracia especial). Algunos piensan (erróneamente) que solamente siendo ministros del señor y sirviendo a tiempo completo en su iglesia pueden hacer algo valioso con sus vidas ante los ojos del Señor, pero no es así. Ciertamente, es un gran privilegio ser ministros de su gracia especial, pero administrar su creación en todos los aspectos no debe ser tenido como algo inferior. El llamado de un pastor y el de un comerciante pueden ser muy distintos, pero ambos tendrán que servir con sus dones para la gloria de Dios y a Dios tendrán que rendir cuentas. Muchos, como Ciro y Nabucodonosor tienen su llamado en el gobierno, y quiera el Señor que sean llamados «ungidos» y «siervos» suyos allí donde están y que a diferencia de los anteriores, no se envanezcan para que no sean castigados. Hay muchas esferas en las que las criaturas podemos levantar el nombre de nuestro creador por su gracia: ministros del evangelio, agricultores, comerciantes, profesionales en áreas diversas, políticos que hacen leyes y hacen que se cumplan, científicos que miran la creación tratando de identificar las leyes que el creador ha establecido y eventualmente usarlas para diferentes propósitos, intelectuales que pueden buscar en la razón con que Dios les ha provisto recursos intangibles pero igualmente útiles para las criaturas, músicos, o empleados de otros de sus hermanos en diferentes posiciones. «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís»38. La mejor pregunta no es si eres un ministro de la gracia común o de la gracia especial, ni en qué área estás sirviendo, las tres preguntas claves son estas: ¿lo estás haciendo de corazón? ¿para quién lo estás haciendo? ¿De quién esperas tu recompensa?

  • No es más piadoso el pobre que el rico, sino, el pobre que nada tiene pero lo tiene todo y el rico que lo tiene todo pero que no tiene nada.

    Podemos disfrutar de ambas provisiones. Está muy mal que un cristiano valore los beneficios temporales que ha obtenido por la gracia común por encima de los eternos que ha obtenido por su gracia especial, pero tampoco está llamado a evitarlos. El autor y consumador de la fe fue también quien nos puso toda su creación a la disposición. Las limitaciones innecesarias no son nuestro llamado, sino el contentamiento. No es más piadoso el pobre que el rico, sino, el pobre que nada tiene pero lo tiene todo y el rico que lo tiene todo pero que no tiene nada. Si Dios te ha permitido disfrutar de su gracia común ampliamente, da gloria a Dios, si tienes poco, materialmente hablando, pero tienes su gracia especial, da gloria a Dios; pero si has sido bendecido materialmente y también ha prosperado tu alma, entonces da gloria a Dios, y no te olvides de ser generoso. Al disfrutar de su gracia común sí tenemos que ser precavidos, pues al estar en un mundo caído las cosas tienen vocación a corromperse y a corromper, de ahí el consejo a desarrollar principalmente nuestro patrimonio en los cielos y a cuidar nuestro corazón: «no os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón»39.

  • Quiera el Señor usarnos como instrumento para que en Santo Domingo disminuya la corrupción (en el aspecto personal, privado y público), para que aumente la moral, para que la gente tenga más conciencia de Dios.

    Podemos ser una voz profética. La iglesia no solamente da ante el mundo testimonio con el fin de alcanzarle para salvación eterna, sino también de preservarle en su vida terrenal. Del mismo modo que los profetas del Antiguo Testamento levantaron sus voces ante pueblos impíos para preservación, podemos hacerlo hoy. Quiera el Señor usarnos como instrumento para que en Santo Domingo disminuya la corrupción (en el aspecto personal, privado y público), para que aumente la moral, para que la gente tenga más conciencia de Dios. No podemos ser pragmáticos, ¿para qué preservar un poco a aquellos cuyo final será la destrucción? Dos razones: para que en su perdición de una parte no se malogre mucho el todo y para que la bondad de Dios se haga manifiesta «para con todos». Eso mismo le ordenó el Señor a su pueblo cuando los deportó: «Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz» (Jeremías 29:7).

Administremos toda Su gracia

Podría terminar hablando de José, que por la gracia común de Dios intervino en Egipto, evitando que ese pueblo muriera de hambre y siendo al mismo tiempo de bendición también para el pueblo de Dios. Pero terminaré mencionando un caso más reciente: William Wilberforce. A los veinticinco años la gracia especial de Dios le alcanzó para salvación, siendo ya un miembro del parlamento de Inglaterra. Su primer impulso fue dejar la política, pero Dios utilizó otro instrumento, John Newton, un ministro, quien le animó a permanecer en la política y glorificar a Dios desde allí. Gloria al Señor por este ministro, pues aunque el mismo dejó su viejo oficio para servir en la iglesia entendió que el llamado de todos los hombres no estaba allí. Le escribió el ministro al político lo siguiente: «se espera y se cree que el Señor lo ha levantado a usted para el bien de su iglesia y para el bien de la nación»40. Wilberforce había sido objeto de la gracia especial de Dios para salvación, pero desde entonces sería un ministro de su gracia común.

En él había una corriente continua de acción para aliviar el dolor y a producir el mayor bien social (¡y eterno!) posible. Estuvo involucrado con la labor de la Sociedad Bíblica Británica Extranjera, la Sociedad Misionera de la Iglesia, la Sociedad para los Pobres Fabricantes y la Sociedad por una Mejor Observancia del Domingo. Trabajó para que se aliviaran las duras condiciones de trabajo de los niños (como el uso de niños pequeños por los deshollinizadores para subir por las chimeneas), para producir una reforma agrícola que les proporcionara a los pobres una alimentación que se pudieran permitir, para reformar las prisiones y para que se restringiera la pena capital a fin de impedir que se usara por cualquier motivo, y también para evitar la crueldad con los animales.
Maravillosa Gracia en la vida de William Wilberforce, John Piper

Eso es ser un gran mayordomo de la gracia común de Dios. No he mencionado aún la causa de su vida, que fue la abolición de la trata de esclavos. Cuando los barcos negreros dejaron de moverse sobre las aguas no solamente los creyentes que estuvieran a bordo fueron bendecidos, sino los esclavos que eran víctimas de esta injusticia (impíos y creyentes), los traficantes y los dueños de los barcos que la perpetraban, el pueblo de Inglaterra que la había permitido y eventualmente todos los pueblos de la tierra. La historia es aún más conmovedora, pues el oficio que hasta su conversión había ejercido el ministro que le animó a permanecer en la política y glorificar a Dios desde allí era precisamente traficar con esclavos. Que el Señor les alcance con su gracia especial y nos permita a todos ser administradores de todo lo que por toda su gracia hemos recibido. Oro a aquel que es fuente de «toda gracia»41, de quien provienen «toda buena dádiva y todo don perfecto42» para que sus provisiones se hagan evidentes en sus santos y en todas sus criaturas.

  1. Romanos 5:8 []
  2. Mateo 5:45 [] []
  3. Efesios 2:12 []
  4. Romanos 3:26 []
  5. Génesis 1:28 [] []
  6. Efesios 1:3 []
  7. Marcos 13:10 []
  8. 1 Pedro 1:3-4 []
  9. Génesis 2:17 []
  10. Lamentaciones 3:22 []
  11. Génesis 3:17-18 []
  12. Gálatas 3:24 []
  13. 2 Timoteo 3:15 []
  14. El mejor tratado que he visto al respecto de este asunto es ‘La abolición del hombre’ de CS Lewis. []
  15. Jonás 4:11 []
  16. 1 Timoteo 4:12 []
  17. Ezequiel 36:26 []
  18. Lucas 17:19 []
  19. «1 Corintios 7:16 «Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?» []
  20. Mateo 5:16 []
  21. Jonás 4:10-11 []
  22. Lucas 4:19 []
  23. 2 Pedro 3:10 []
  24. Isaías 45:1 []
  25. Isaías 44:28 []
  26. Jeremías 25:9, Jeremías 27:6, Jeremías 43:10 []
  27. Romanos 13 []
  28. 1 Timoteo 2:1-2 []
  29. La Pasión de Dios por Su Gloria, John Piper []
  30. 2 Pedro 3:9 []
  31. Habacuc 1:16 []
  32. Isaías 36:6 []
  33. Hebreos 11:24-26 []
  34. Hebreos 1:1-2 []
  35. Provervios 18:22 []
  36. Salmo 127:3 []
  37. Ezequiel 37:9-10 []
  38. Colosenses 3:23-24 []
  39. Mateo 16:19-21 []
  40. Maravillosa Gracia en la vida de William Wilberforce, John Piper []
  41. 1 Pedro 5:10 / 2 Corintios 9:8 []
  42. Santiago 1:17 []

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