¿A qué se refiere Pablo cuando dice que «el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido»?
Recientemente en dos ocasiones y decenas de veces en los últimos años he tenido que responder la pregunta. Escribo ahora esto no tanto con la intención de darle respuesta, sino con la intención de dar aliento. Lo que pretendo con este corto artículo es ayudar a mis hermanos a glorificar al Señor en sus relaciones con familiares que aún no han creído.
La gracia común de Dios se ve en la vida de los cainitas (la reprensión, la edificación de ciudades, el establecimiento de familias, el desarrollo tecnológico y en el florecimiento de las artes), con su expresión más grande en tu paciencia.
Esta es la historia de unos padres cuyo hijo nació en un momento poco favorable, que tuvieron que proveerle con los limitados recursos que tuvieron a mano y que aprovecharon bien el tiempo y el beneficio que providencialmente recibieron: poder formar en los primeros años el carácter de su hijo, de forma tal que pudiera retener sus convicciones durante toda su vida, cuando ya no estuviera con ellos.
Todos los pecados son iguales ante Dios y tienen la misma consecuencia, pero algunos pecados son más destructivos que otros, especialmente por sus implicaciones colectivas: dañando a quien participa en ellos y a sus semejantes. No atacamos un pecado en especial, pero refutamos especialmente aquellos que afectan la familia, por ser la primera institución creada por Dios y la base de la sociedad.
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