El amor de Dios hacia Caín

Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.Génesis 4:3-7

Seleccioné este título para este estudio a pesar de reconocer sus debilidades. El amor de Dios se expresa en las Escrituras en dos manera distintas: un atributo comunicado de su carácter, posiblemente el fundamental («Dios es amor1», y una disposición favorable suya hacia determinadas personas («por su gran amor con que nos amó2»). El caso de Caín entra dentro del primero, pero no en el segundo: no fue amado por Dios de una manera especial, sino general, al igual que lo son todos los hombres3. Cuando lo escribí (mayo pasado) no le di un título específico, sino solamente el tema: la gracia común en el libro de Génesis’, pero el tema también era mucho más general que su alcance: Caín y sus hijos. Preferí el actual, aunque con esta salvedad.

Propósitos de este estudio

Cuando el avance del hombre sobre la tierra sucede de espaldas a Dios, cualquier recurso que potencialice sus capacidades (conocimientos, herramientas, innovaciones) potencializará también la expresión de la maldad que está en él.

Este es un estudio acerca de la doctrina de la gracia común en el libro de Génesis. El primer propósito del mismo es (1) mostrar cómo la gracia común de Dios se hace evidente muy temprano en la historia del hombre, en especial, justo después de la primera evidencia de su gracia especial en el protoevangelio (Génesis 3). La evidencia está en el trato de Dios con Caín a pesar de que sabemos que este «era del maligno4» y la forma en que prosperaron materialmente Caín y los suyos a pesar de haber salido de la presencia de Jehová5. Entiendo que rastrear esta doctrina hasta la historia más temprana puede aportar a la teología sistemática, pero propongo también que desde el libro mismo (específicamente Génesis 4) se puede exponer esta doctrina, algo que podría aportar a la teología bíblica. El segundo propósito es más práctico que el primero: (2) demostrar que la gracia común puede ser el punto de partida para una aproximación cristiana a la cultura (la ciudad, la tecnología y las artes), partiendo de la siguiente premisa: cuando el avance del hombre sobre la tierra sucede de espaldas a Dios6, cualquier recurso que potencialice sus capacidades (conocimientos, herramientas, innovaciones) potencializará también la expresión de la maldad que está en él (será directamente proporcional a esta7), pero no por ello deberíamos inferir que estos recursos o el avance mismo que pudieran producir son inherentemente malos. Se evidenciará que el pecado no estaba en el ingenio, en la creatividad o en los medios desarrollados por los cainitas, sino en la naturaleza caída que heredamos todos los hombres desde Adán y en su decisión particular de administrar la creación de espaldas a su creador. Pretendo demostrar que cualquier expresión del desarrollo humano tiene su origen en la mayordomía de la creación (Génesis 2), pero que a consecuencia del pecado, las obras de los hombres —a diferencia de las obras de Dios8— siempre son imperfectas y propensas a la corrupción. Siendo así, concluiré que en vez de abstraernos de la cultura (generalizando cualquier avance como algo malo) o abrazarla sin mayor cuestionamiento, podemos participar en ella con precaución y cumplir así una mejor mayordomía9.

Mayordomía de la creación

Dios creó los elementos constituyentes del desarrollo humano pero colocó al hombre para que sea el agente del mismo por medio de su gestión: combinando los elementos, investigando las leyes que rigen el mundo natural y usando ese conocimiento para su bienestar.

Génesis puede ser dividido en tres partes principales: (I) la creación y su perfección (capítulos 1-2), (II) la caída y sus consecuencias (3-11) y (III) el plan de redención y su instrumento (11-50). El primer capítulo de Génesis describe la creación y su perfección, en su contexto eterno —«en el principio»— y su desarrollo temporal, con seis días de creación. Al final de cada día de creación se hace una evaluación de su resultado con el estribillo recurrente «y vio Dios que era bueno», pero al final de la creación (sexto día) el estribillo crece para afirmar «y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera», lo que evidencia que la obra de Dios en sus inicios no tuvo falta, que era perfecta. Al final del bloque vemos a Dios delegando en el hombre la responsabilidad de administrar la creación —fructifíquense, multiplíquense, llenen la tierra, sométanla y dominen— (Génesis 1:28), de forma que podemos entender que Dios creó los elementos constituyentes del desarrollo humano pero colocó al hombre para que sea el agente del mismo por medio de su gestión: combinando los elementos (dados por Dios), investigando las leyes que rigen el mundo natural (establecidas por Dios) y usando ese conocimiento para su bienestar (permitido por Dios), esto es la cultura, la ciencia y la tecnología. En la segunda sección del libro, constituida por los capítulos que van del tres al once, se describe la caída del hombre y sus consecuencias sobre toda la creación: separación de Dios, diferentes castigos (que afectaron toda la creación), conflictos familiares, asesinato y ciclos recurrentes de perversión y piedad. Sin embargo, aún después de la caída y el castigo el hombre conservó su lugar como administrador de la creación de Dios, su gestión siguió su curso, y esa es la base (localizada en Génesis) de la doctrina de la gracia común. Todo este avance de la cultura, las artes y la tecnología evidencia que el hombre ha estado administrando la creación de Dios, pero la forma en que lo ha estado haciendo también evidencia que su corazón va «de continuo al mal».

Introducción a la doctrina

Por muy buenos que sean en apariencia estos actos de los hombres no regenerados parten de una intención incorrecta (su propia gloria en vez de la gloria de Dios) y carecen de cualquier valor salvífico.

La gracia común puede definirse como la expresión del amor de Dios hacia todas sus criaturas de forma universal y gratuita sin importar la condición o la respuesta de estas. Se diferencia en varios aspectos de la gracia especial, que es la única que opera para salvación: en su origen (una tiene su origen en la mayordomía de la creación otorgada a Adán y la otra en los méritos obtenidos por Cristo10), en su acceso (en una es universal y en otra particular), en su alcance (el de una es temporal y el de la otra eterno) y en su aplicación (una se aplica administrando los recursos que Dios ha provisto en la creación y la otra se aplica por la fe). Al presentar esta doctrina desde Génesis no pretendo atribuir virtud a los hechos de los hombres caídos o sugerir que sean dignos de recompensa, pues sabemos que por muy buenos que sean en apariencia estos actos de los hombres no regenerados parten de una intención incorrecta (su propia gloria en vez de la gloria de Dios) y carecen de cualquier valor salvífico al no proceder de fe11. El fin del estudio de la gracia común no es celebrar a los hombres, sino, hacer manifiesta la bondad de Dios y dar gloria al nombre de aquel «que hace salir su sol sobre malos y buenos12». Lo que reconocemos es que Dios ha aumentado sus misericordias y extendido su paciencia, que permite temporalmente hasta la prosperidad del impío13, pero que tarde o temprano su gracia común dará paso a su justicia —ambos atributos de su carácter— y el malvado, que experimenta hoy su amor, mañana tendrá su justa recompensa.

Toda la gracia en el libro de Génesis

Al igual que otras doctrinas bíblicas (trinidad, justicia, redención), la doctrina de la gracia de Dios —común y especial— alcanza su desarrollo a lo largo de toda la revelación de Dios, pero tiene sus raíces en el libro de Génesis y su mayor expresión con la encarnación de Cristo. Las raíces pueden no verse a simple vista (están debajo de la superficie), pero con un poco de esfuerzo hermenéutico podremos encontrarlas. Toda la gracia de Dios comienza a manifestarse en Génesis: la gracia común principalmente en las dos primeras partes del libro —(I) la creación y su perfección y (II) la caída y sus consecuencias—, que son los capítulos del 1-11 (llenando de bienes inmerecidos a hombres pecadores y extendiendo su paciencia); y la gracia especial del capítulo 12 en adelante, que componen la tercera parte —(III) El plan de redención y su instrumento— (levantando desde Abram una nación especial con la promesa de que «haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición14», «y serán benditas en ti todas las familias de la tierra15»). Aunque hay evidencia de una manifestación más frecuente de la gracia común en las dos primeras partes del libro y de la gracia especial en la tercera, en cada una de ellas se pueden encontrar rastros de una gracia y de la otra: la gracia especial ya era prevista después de la caída—primera parte del libro— y la gracia común en la preservación de Ismael y Egipto —tercera parte del libro—. Frecuentemente se pasa por alto el gran despliegue de la gracia común de Dios que se hace evidente en la segunda parte del libro; la forma en que esto sucede es viendo Génesis 3-11 solamente como un prolegómeno al nacimiento de la nación de Israel y a la historia de la redención (Génesis 12-50).

El amor de Dios no comenzó a manifestarse con el pueblo de Israel ni se circunscribe a ellos, sino que le precede y trasciende.

Espero hacer evidente con este estudio que el amor de Dios no comenzó a manifestarse con el pueblo de Israel ni se circunscribe a ellos, sino que le precede y trasciende. Ciertamente fue Israel el instrumento usado para canalizar la gracia especial que opera para salvación, pero su gracia común ha estado disponible desde antes. Solamente por citar la evidencia más antigua [Génesis 4]: Dios persuadiendo a Caín al ver cómo decayó su semblante ante el reconocimiento que obtuvo su hermano (para que reconsiderara su accionar y fuera cauto ante la asechanza del pecado) [V6-7], Dios confrontando a Caín después de que este cometiera asesinato contra su hermano [V9-12], Dios perdonando la vida a Caín (en vez de pagarle conforme a sus obras), Dios protegiendo la vida de Caín (para que nadie lo matara) [V15], Caín formando familia (institución creada por Dios) [V17a], Caín y sus descendientes participando —de espaldas a Dios— de la mayordomía de la creación y logrando gran «prosperidad» material: edificación de ciudades [V17b], avances en las técnicas agricultura [V20], música [V21], herrería [V22] y poesía [V23-24]. Vemos que así como aumentaban los recursos materiales aumentó de forma progresiva su maldad, pero fueron, también por la gracia común, temporalmente tolerados por Dios en su paciencia hasta el punto en que la tierra y toda carne que había sobre ella llegó a corromperse y llenarse de violencia a causa de ellos (Génesis 6). Limitaré el estudio a los cainitas, pero el mismo hilo de argumentación podría extenderse hasta la torre de babel (gran avance de la tecnología y también de la soberbia), Abimelec (rey de los filisteos, ajeno al pueblo de Dios, pero aun así Dios le habló en sueño para que no pecara tomando para sí una mujer ajena), Ismael (de quien hizo Dios una nación grande a pesar de no ser el hijo de la promesa) y Egipto (pueblo preservado por Dios por medio de José para que no muriera de hambre).

Expresiones de la Gracia Común en los Cainitas

Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra, Zila. Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados. Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta. Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama. Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será.Génesis 4:16-24

La gracia común se ilustra perfectamente en el relato de la vida de los cainitas. Paradójicamente, a las vidas de Set y Enós, en cuyos días «los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová16», y a la de Enoc, que caminó con Dios y Dios le transpuso17 —primero en no ver muerte— las Escrituras les dedican cortas menciones, pero a los descendientes de Caín, hombres polígamos, soberbios, vengativos y violentos, se le dedica la mayor parte del capítulo cuatro de Génesis, con descripciones pormenorizadas de sus oficios, carácter y obras. Puedo inferir desde aquí que al parecer fue la intención de Dios primero mostrar su amor hacia todos los pueblos (con los cainitas como vívido ejemplo) y luego seleccionar un pueblo especial (Israel) como su instrumento para demostrar que su escogencia no fue por su virtud o superioridad, sino que simplemente eran un medio para el fin más alto y global que se la anunció a Abram (bendecir a todas las familias de la tierra). Eso es consistente con la advertencia que les hizo Moisés antes de que fueran entrados a la tierra prometida: «porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos18». En lo adelante, que es el cuerpo de este estudio, veremos las diferentes expresiones de la gracia común en Génesis 4: la reprensión de Dios, la edificación de ciudades, el establecimiento de familias, el desarrollo tecnológico, las artes y la paciencia de Dios

  • Caín ha faltado doblemente ante Dios, pero Dios toma la iniciativa de buscarle, clara evidencia de su gracia común.

    La reprensión.La reprensión puede parecer un castigo, pero al analizar los hechos desde la perspectiva más amplia se capta un panorama distinto: es una amorosa expresión de Dios, en su gracia, a fin de detener el rápido avance del pecado. El creador de los cielos y la tierra estaba siendo adorado por los hombres con aquello que él mismo les había provisto: animales y plantas. Abel ofrece al creador lo mejor de lo que ha recibido de él: de los primogénitos de las ovejas y lo más gordo de ellas. Caín ofrece una ofrenda «regular19». Abel y su ofrenda son mirados con agrado, no así Caín y su ofrenda. Entonces el creador discierne una peligrosa emoción que se ha anidado en el corazón de Caín: está enojado —contra Dios— y ha decaído su semblante. Le ha añadido el enojo a su falta de devoción, pero el Creador toma la iniciativa: le anima a hacer las cosas de manera diferente para ser reconocido, le advierte sobre el peligro del pecado (que está a su asecho) y le da esperanza al afirmar que él podía dominarlo20. Caín ha faltado doblemente ante Dios, pero Dios toma la iniciativa de buscarle, clara evidencia de su gracia común21.

  • La maldad no está en la ciudad, sino en el corazón del hombre, la ciudad solamente amplifica sus efectos.

    La edificación de ciudades. La primera ciudad que aparece en las Escrituras fue edificada por Caín, con el agravante de que lo hizo en oposición a la voluntad de Dios22 (adicional a ser maldito y ver disminuida la capacidad de producción de la tierra, su castigo había sido ser errante y extranjero23), pero no debemos inferir por esto que la ciudad y la vida urbana sean malas en sí mismas. Ciertamente se puede demostrar que cualquier conglomerado humano tiende a acelerar el avance del pecado y que la experiencia humana, cuando sucede en un contexto de menor aglomeración y agitación, tiende más a la reflexión y a la espiritualidad (de ahí el beneficio del reposo y los períodos de retiro) pero la maldad no está en la ciudad, sino en el corazón del hombre, la ciudad solamente amplifica sus efectos. La vida rural no es más piadosa que la vida urbana, su apariencia de piedad radica solamente en la falta de oportunidad, tanto en el campo como en la ciudad, a un ritmo acelerado o a un paso más lento, «todo designio de los pensamientos del corazón» de los hombres irá naturalmente «de continuo solamente el mal24».

    Las ciudades, literalmente, tienen más de la imagen de Dios por centímetro cuadrado que cualquier otro lugar de la tierra. —Timothy Keller

    El establecimiento de los hombres en ciudades está muy relacionado con el florecimiento de la cultura y desde Génesis podemos inferir que esto era algo ya previsto por Dios, pues al castigar a Caín le fue quitado este beneficio. Que Dios castigara a Caín haciendo de él un hombre errante y extranjero es evidencia de que la permanencia y el arraigo en lugares determinados son vistos por Dios como privilegios deseables. Hay una serie de proyectos de edificación en los que la soberbia estuvo presente (la ciudad de Enoc que edificó Caín y la torre de Babel, por ejemplo25, pero concluir desde allí en que todo proyecto de construcción de ciudades está ligado al pecado sería un error de atribución. La torre de babel, por ejemplo, surgió como un proyecto pecaminoso de los cusitas —descendientes de Cus, hijo de Noé— pero la ciudad misma en la que se estaba erigiendo la torre (Babel) fue edificada previamente por Nimrod, «vigoroso cazador delante de Jehová26»: el proyecto inicial (edificar babel) no ameritó la intervención de Dios, pero el proyecto posterior (edificar allí una torre que llegue al cielo) fue el detonante para la dispersión de las naciones. Concluimos entonces en que la edificación de ciudades como tal puede ser vista como una provisión de la gracia común de Dios hacia el hombre con el fin de permitir el progreso material, pero que a consecuencia de la caída tenemos que ser sabios y estar advertidos de su incidencia en el aumento del pecado. En otros tiempos, una imagen negativa sobre la ciudad produjo el ascetismo y el monacato, pero a la luz de la gracia común los creyentes podemos tener una perspectiva positiva de la ciudad, como afirma Timothy Keller: «Las ciudades, literalmente, tienen más de la imagen de Dios por centímetro cuadrado que cualquier otro lugar de la tierra27».

  • La familia fue una provisión de Dios al hombre y aún después de la caída, por su gracia común seguimos participando de ella.

    La familia. Al salir de la presencia de Dios Caín no se abandonó a la promiscuidad sexual, sino que dio continuidad a la primera institución creada por Dios (la familia) y lo hizo en los términos de Dios: se unió a «su mujer28» —un hecho formal y exclusivo—, no fue un fornicario ni un polígamo. Pero al vivir los hombres alejados de Dios rápidamente la institución misma del matrimonio se comenzó a desvirtuar: Lamec, un descendiente de Caín, se unió a dos mujeres. Pero el hecho mismo de que las uniones matrimoniales (aún con la poligamia) al parecer fueran la forma común en que se establecieron los cainitas, evidencia cierto sentido moral en las obras de estos primeros hombres, algo que dista mucho de otras posiciones no bíblicas que ven las uniones matrimoniales como un invento moderno. La familia fue una provisión de Dios al hombre y aún después de la caída, por su gracia común seguimos participando de ella. Aún autores seculares y seguidores de la corriente evolucionista señalan que la familia constituida por un hombre, una mujer y sus hijos es un fenómeno presente casi en cualquier sociedad, sin importar su nivel de avance29.

  • La tecnología. Caín fue labrador de la tierra, pero fue Jabal, un descendiente suyo, quien heredó el oficio de su antepasado y desarrolló la cultura agrícola. Tubal-caín fue artífice de toda obra de bronce y de hierro, lo que permitió el desarrollo de herramientas. La ciencia estudia la creación de Dios para entender las leyes que rigen su funcionamiento y la tecnología aplica el avance científico para mejorar la calidad de vida de los hombres. No tenemos certidumbre de cuál fue el avance concreto que logró Jabal para llegar a ser «padre de los que habitan en tiendas y crían ganados30» (quizás se trató de formas de cultivo o técnicas para aumentar el rendimiento de la tierra o gestión del ganado, asuntos muy útiles, pues la productividad original de la tierra había sido disminuida a consecuencia del pecado) o el nivel de desarrollo de los avances logrados por Tubal-Caín, pero cualquiera que haya sido, tuvo su origen en estudiar la creación y aplicar dicho conocimiento, y eso nos lleva a nuestro hilo de argumentación: por la gracia común el hombre administra la creación y obtiene con ello grandes beneficios. Más tarde en la historia la agricultura tuvo que ser regida por Dios (Levíticos), pues hombres dominados por el pecado al tener conocimientos (siguiendo el ejemplo de Jabal) y herramientas (siguiendo el ejemplo de Tubal-Caín) podrían explotar la tierra innecesariamente a un punto tal que destruirá completamente la creación31.
  • Las artes. Históricamente los cristianos hemos tenido cierto resquemor al relacionarnos con las artes plásticas y la música, una especie de guerra fría en la que las toleramos32, pero no abiertamente. Esto se evidencia en que evitamos asumir el arte como algo que puede producir en nosotros un deleite lícito y hacemos de ella solamente un utilitario como acompañamiento a la adoración a Dios33. Así como el hombre por la gracia común de Dios desarrolló la agricultura en tiempos de Jabal (algo que tiene un fin práctico en la alimentación, pero también espiritual, en la presentación de ofrendas de adoración) eventualmente cultivó también la música en tiempos de Jubal. Este gran avance tuvo que haber elevado significativamente su calidad de vida, pues a las duras jornadas de trabajo agrícola para su alimentación —consecuencia de la caída—, jornadas en las que probablemente transcurría su día, ahora se le agrega la distracción y el esparcimiento que trajeron la lira y la flauta de Jubal. La música y las artes no son malas en sí mismas, tampoco son exclusivas para acompañar la adoración a Dios, sin embargo, sabemos que a consecuencia del pecado, al igual que otras expresiones de la gracia común de Dios, las mismas tienen cierta tendencia ser usadas para la maldad. Esto se hizo evidente rápidamente en los cainitas: Lamec, el padre de Jubal, compuso un poema en el que deja ver su carácter y el espíritu de su tiempo: «y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será34». Las artes no son malas en sí mismas, sino solamente un medio al servicio de lo que está en el corazón del hombre. Son un regalo de Dios en su gracia común, pero evidencian el carácter de quien las produce; así, estos eran los temas de los poemas de los hijos de Caín: violencia, venganza, poligamia y soberbia. (Un bajadero común al problema de la música ha sido cultivar entre los creyentes la música instrumental, pero aún en este campo tenemos que ser cautos, pues es común entre quienes ejecutan y disfrutan de la música clásica, aún sin usar palabras, se dejen ver la soberbia, el ego y diferentes expresiones de la pecaminosidad; evidencia de que el pecado no está en las artes, sino en quienes la producen y consumen.)
  • La paciencia de Dios. Ya hemos visto diferentes expresiones de la gracia común de Dios en la vida de los cainitas (la reprensión de Dios a Caín, la edificación de ciudades, el establecimiento de familias, el desarrollo tecnológico y en el florecimiento de las artes), pero su expresión más grande no está en ninguna de las anteriores, sino en su paciencia. Ni Caín ni sus descendientes merecían ser parte de la creación de Dios; tampoco lo merecía su antepasado Adán ni los setitas, que aunque «comenzaron a invocar el nombre de Jehová16» eventualmente se corrompieron como el que más —corrupción que algunos atribuyen a la influencia de los hijos de Caín pero que no tiene otro origen más claro que su propia naturaleza caída—; todos estos hombres vivieron muchos años de espaldas a Dios, pasaron diez generaciones de Adán hasta Noé (Adán, Set, Enos, Cainan, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec y Noé) antes de que el creador resolviera soberanamente borrar de la tierra al hombre que había creado (Aproximadamente 1,100 años después de la caída). Eso es mucho tiempo de paciencia, esa es una profunda mirada al amoroso carácter de Dios, esa es la mayor evidencia de la gracia común. Con razón dijo el profeta —otro pecador—: «por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias35».

Conclusión

En el cuerpo del estudio se ha expuesto que la doctrina de la gracia común encuentra su origen —al igual que casi todas las otras— en el libro Génesis, pero que se hace especialmente evidente en Génesis 4 (con la vida de los cainitas). Se expuso también que antes de que el plan de redención se comenzara a hacer concreto en la promesa dada a Abram —instrumento para la gracia especial— ya el amor de Dios había sido manifiesto a justos y a injustos, sin ninguna causa meritoria más allá que la propia naturaleza amorosa del creador. Concluimos pues en que esta es una doctrina con fuerte asidero Escritural y que el propósito de la manifestación de esta gracia común —que podría parecer vano, ya que ya que no tiene ningún efecto salvífico— no es otro que comunicar la gloria del creador por medio de los agradables rasgos de su carácter. Luego de probar Su gracia, Caín y los suyos siguieron estando muertos en sus delitos y pecados, pero la gloria de Dios se hizo manifiesta para ellos y para todos nosotros: salió Su sol «sobre justos e injustos12». En esto, el hombre encuentra algún deleite, pues como afirmó Jonathan Edwards36:

Él, al buscar la gloria y la felicidad de sus criaturas, se busca a sí mismo, esto es, así mismo difundido y expresado (en lo cual se deleita, así como se deleita en su propia belleza y plenitud), Él busca la gloria y la felicidad de ellas.Jonathan Edwards

Créditos de la imagen: Caín y Abel, Mateo Orozco.

  1. 1 Juan 4:8 []
  2. Efesios 2:4 []
  3. Juan 3:16 []
  4. 1 Juan 3:12 []
  5. Génesis 4:16 []
  6. La separación entre la generación de Caín y Dios se hace dramáticamente palpable en Génesis 4:16: «Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén». []
  7. Un ejemplo de cómo el avance de la tecnología potencializa la maldad es la Torre de Babel (Génesis 11): «les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla», «y dijeron: vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo». Pasar de la piedra al ladrillo permitió proyectos de mayor envergadura, oportunidad que avivó en ellos la soberbia. []
  8. Así evaluó Dios mismo sus obras en Génesis 1:31: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera». []
  9. La mayordomía de la creación puede ser un buen principio rector para evitar por un lado el ascetismo (abstraerse del mundo) y por el otro la mundanalidad (participar sin condición). []
  10. Génesis 1:28-10 []
  11. Romanos 14:23 []
  12. Mateo 5:45 [] []
  13. Salmo 37 []
  14. Génesis 12:2 []
  15. Génesis 12:3 []
  16. Génesis 4:26 [] []
  17. Génesis 5:24 []
  18. Deuteronomio 7:6-7 []
  19. Las Escrituras no afirman que una ofrenda fuera superior a la otra en forma material, sino que se limitan a destacar la dedicación intencional de Abel al traer su ofrenda. Por eso me refiero a la ofrenda de Caín como «regular», en el sentido de que no tuvo la misma dedicación que la ofrenda de Abel. []
  20. Génesis 4:7 puede ser de difícil interpretación en Reina-Valera 1960, pues da la idea de que Caín se enseñorearía de Abel —no que podría enseñorearse del pecado—. En NVI queda mucho más claro, pues armoniza la primera parte del versículo (peligro del pecado) con la exhortación (no dejarse vencer): «si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo». Otra traducción posible es Biblia de Las Américas: «el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo». []
  21. Así lo expresa John Stott en su libro Cristianismo Básico: «Nunca podemos tomar a Dios por sorpresa. Nunca podemos anticiparnos a Él. Él da siempre el primer paso; está “en el principio». Antes que el hombre existiera, Dios actuó. Antes que el ser humano tratara de buscarle, Él ya le había buscado. La Biblia no muestra al hombre tanteando para encontrar a Dios, sino a Dios yendo en pos del hombre». []
  22. El castigo era ser errante. []
  23. Génesis 4:12 []
  24. Génesis 6:5 []
  25. Las estructuras de gobierno de estas ciudades no quedan del todo claras, pero al parecer, se trataba del gobierno de un hombre sobre sus iguales a cambio de algún servicio social como la protección (seguridad). Un ejemplo de esto es Nimrod: un vigoroso cazador que llegó a reinar en la tierra de Sinar. Aquí se manifiesta otra expresión de la gracia común (Dios permitiendo a los hombres gobernar) y la pecaminosidad en que eventualmente derivó (hombres llegando eventualmente a dominar a otros: Egipto. []
  26. Génesis 10:9 []
  27. Keller, Timothy (2013). Iglesia Centrada, cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en la ciudad. Zondevan. []
  28. Es muy significativa la semejanza entre Génesis 2:24 y Génesis 4:17 []
  29. Lévi-Staruss, C.; Spiro, M.E. & Gough, K. (1956). Polémica sobre el Origen y la Universalidad de la Familia. Barcelona. Cuadernos Anagrama. []
  30. Génesis 4:20 []
  31. Este aspecto de la gracia común en el libro de Génesis podría ser el punto de partida para una posición bíblica —no materialista ni panteísta— sobre la ecología. []
  32. Esto puede ser tomado como una generalización necesaria, pues retrata más íntegramente la realidad evangélica latinoamericana (principal audiencia de esta investigación), influida directa o indirectamente por el Fundamentalismo Cristiano del Siglo XIX. Lo que ha sucedido más frecuentemente es un movimiento pendular de acercamiento y alejamiento hacia las artes plásticas. Las iglesias que vienen de tradiciones más clásicas (reformadas, luteranas, anglicanas) han apreciado más el arte y más consistentemente. []
  33. Se podría argumentar aquí que no todos los Salmos (a pesar de que están en las Escrituras por inspiración de Dios y persiguen un buen propósito dentro de la revelación de Dios) fueron escritos para ser utilizados en el culto a Dios, siendo muchos de ellos expresiones artísticas de la alegría, esperanza o desasosiego —emociones— de quienes los escribieron (David, Los Hijos de Coré, Asaf, Moisés, Salomón) ; expresiones que en muchos casos expresan más el carácter caído (imperfecto) del compositor que el carácter perfecto de Dios. Esto evidencia que el propósito de la música va más allá que su uso en el culto a Dios; por la gracia común también puede tener un fin más terrenal. []
  34. Génesis 4:23-24 []
  35. Lamentaciones 3:22 []
  36. Edwards, Jonathan. (2009). El fin por el cual Dios creó al mundo. Editorial Unilit. []

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