La iglesia local debería evitar que se relajen las ordenanzas del Señor, evitar que, ya sea por negligencia o ignorancia, quienes no han creído sean tenidos como verdaderos creyentes o miembros de una iglesia local.
Así como providencialmente se nos ha concedido creer, también se nos ha concedido padecer e identificarnos con Cristo, a veces en formas muy palpables.
La meta en la vida del creyente no debería ser solamente su crecimiento particular, sino que debería ocuparte también de crecer junto a sus hermanos, sabiendo que somos un cuerpo, una familia, que militamos juntos en el ejército del Señor
La iglesia cristiana no es una fundación ni una ONG, la tarea no es solamente práctica, sino principalmente espiritual. Es absolutamente necesario que sea evidente una relación personal creciente con el Señor de la obra antes de ponerle la mano al arado.
Dejar de pensar en mí para pensar en nosotros y proyectarnos en forma corporativa es un esfuerzo constante e intencional. ¡Es parte de morirnos a nosotros mismos!