Presentación Así como la primera parte de esta serie de artículos correspondió a la introducción (importancia de tener una perspectiva congregacional sobre el canto), esta segunda parte corresponde al primer punto del tema tal y como se desarrolló en el sermón que estoy utilizando como base. Son siete puntos en total. Lo ideal sería leer todas las partes en orden, pero cada entrega desarrolla un punto principal que bien podría ser entendido sin leer toda la serie.
Punto #1: El Canto Congregacional debe ser
Espiritual y Verdadero.
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Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.Juan 4:23-24 RVR
He estado afirmando que en el canto congregacional toda persona está invitada a participar pero solamente una parte de la congregación es la que realmente adora.
Las dos veces que he predicado este sermón he visto que este primer punto siempre genera una reacción de sorpresa y en algunos casos hasta de directo rechazo. He estado afirmando que en el canto congregacional toda persona está invitada a participar —todos pueden cantar— pero solamente una parte de la congregación, regularmente una parte reducida, es la que realmente adora. Esa parte reducida es la iglesia del Señor, compuesta por aquellos que hemos sido levantados espiritualmente de la muerte y podemos hacer pleno uso de nuestras facultades espirituales. Parece imposible de creer que alguien pueda estar en la casa de Dios y no estar adorando a Dios, pero eso precisamente es lo que ocurre: del mismo modo que puedes estar «entre» el pueblo de Dios de forma tan cercana que parezcas uno de ellos y no ser parte de ellos, pues estar entre un grupo de personas que adoras y no hacerlo.
Estado: Espiritualmente Muertos
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.Romanos 8:11 RVR
Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.Efesios 2:5-6
Por lo cual dice: despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.Efesios 5:14
Solamente podrás adorar a Dios en espíritu cuando hayas sido levantado milagrosamente de la muerte.
Reconozco que estas diferenciaciones regularmente resultan odiosas (tanto para no creyentes como para algunos creyentes, lamentablemente) pero son necesarias: así como hay una diferencia del cielo a la tierra entre ser parte de una congregación y ser parte de una iglesia local hay todo un abismo entre cantar y adorar: el abismo de la muerte. Estás de un lado del abismo (vida) o del otro (perdición), pero no en medio, pues el limbo no existe. Esto no es un capricho nuestro, sino una realidad ante Dios. Así como es imposible que alguien por sus propios medios1 llegue a ser parte del pueblo de Dios es imposible que aquel que está muerto en sus delitos y pecados pueda cantar en espíritu para que su canto sea considerado adoración; sería más fácil hacer cantar la garganta del mudo que hacer adorar al impío usando sus propios medios. El abismo que separa al hombre de Dios no se supera con retórica ni con buenos ritmos, tampoco se cruza con buenas intenciones, podemos maquillar el muerto para mejorar la apariencia de su cuerpo o hasta embalsamarlo para ocultar la putrefacción de sus órganos, pero ni el maquillaje ni los trapos con olores pueden producir vida espiritual, como mucho, disimulan la muerte. Ven y canta con nosotros cuando quieras y presta mucha atención, pues posiblemente en la letra de ese canto (no en el ritmo) encuentres la vida, pero solamente podrás adorar a Dios en espíritu cuando hayas sido levantado milagrosamente de la muerte. ¡La adoración a Dios debe ser en espíritu!
Despertados / Instruidos
Luego de despertados, necesitamos ser instruidos para que no solamente adoremos en espíritu, sino también en verdad.
Si la primera parte de este versículo es una advertencia para los no creyentes, personas que están postradas aún en la cama del pecado, la segunda va dirigida a aquellos que ya recibimos vida: ni siquiera después de haber sido despertados de nuestro profundo sueño podemos pretender adorar a Dios en nuestros propios términos: la adoración a Dios debe ser una adoración que salga de nuestro espíritu, aquella parte de nosotros que se comunica con Dios y fue despertada en la regeneración, pero aparte de espiritual, debe ser también verdadera. El hombre que tenía seca la mano derecha2 recuperó milagrosamente su movilidad, pero si deseara escribir, tendría que ser instruido. Así mismo, el milagro de la salvación nos devuelve esas facultades espirituales que habíamos perdidos a consecuencia de la caída3, pero luego de despertados, necesitamos ser instruidos para que no solamente adoremos en espíritu, sino también en verdad. El cojo de nacimiento4 que se postraba a pedir junto a la puerta del templo al recibir el milagro se le afirmaron los pies y los tobillos, con un salto se puso de pié y anduvo, pero es de esperar que su caminar fuera tan torpe como el caminar de un niño. Del mismo modo avanzan los nuevos creyentes en la adoración: con la emoción de la regeneración proceden a dirigir a Dios sus primeras expresiones, pero al igual que entró el cojo al templo junto a Pedro y a Juan, quizás para que no se cayera de nuevo, es necesario que en cuanto a la adoración, el nuevo creyente camine entre creyentes maduros que puedan orientarle.
Un músico nuevo creyente
Lo que sabemos de Dios, para adorarle, no lo obtenemos de nuestras conjeturas y suposiciones.
El cristianismo es una religión de revelación, no de imaginación, lo que sabemos de Dios, para adorarle, no lo obtenemos de nuestras conjeturas y suposiciones, pues aunque en ocasiones ellas resulten ser correctas —casi todo el mundo supone un Dios bueno—, no son una fuente fidedigna. De Dios no se puede afirmar cualquier cosa que resulte emotiva, su fidelidad5, su grandeza6, su gran amor7 y santidad8 son atributos que Él mismo nos ha revelado. Por eso, para adorar a Dios es necesario primero haberle conocido. He aquí también una advertencia para aquel músico que luego de desarrollar una carrera musical alejado de Dios ha sido ahora traído a Él: es natural que tu primer anhelo sea componer una canción y si deseas hacerlo hazlo, pero reserva esa canción en tu intimidad como un testimonio personal de tus primeros pensamientos al haber venido a Cristo. En vez de cantarla públicamente dedícate a conocerle a nuestro Dios tal y como Él se ha revelado en su palabra y con el paso del tiempo podrás tú mismo identificar los errores de tu primera canción. Encontrarás que la misma estaba cargada de pasión y permeada de las mejores intenciones, que evidenciaba que habías sido despertado del sueño más profundo, pero no expresaba la correcta adoración. Que ya podías hacer uso de algunas de tus facultades espirituales, pero aún necesitabas ser instruido en la verdad.
Cultura / Revelación
Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Éxodo 3:13-14
Dios no deseaba que Israel usara sus ideas preconcebidas para conocerle, Él se les revelaría, y ellos les conocerían de primera mano y le adorarían en verdad.
En cada cultura queda una vaga conciencia de Dios, fruto de haber sido creados a su imagen, pero ese residuo no es una fuente fiable para la adoración, pues está distorsionado a consecuencia del pecado. Nuestro Dios no es lo que nosotros pensábamos que era, nuestro Dios es QUIEN Él ES más allá de nuestras particulares consideraciones. Precisamente esa fue la respuesta que se le dio a Moisés en el monte Horeb, cuando indagó acerca del nombre de este Dios que se le había revelado para comunicárselo a sus hermanos: «YO SOY EL QUE SOY». Un pueblo influenciado por el politeísmo de Egipto quizás quisiera saber si Moisés se había encontrado con alguna deidad local o foránea de la cuál ellos tuvieran ya alguna idea, pero la respuesta los dejaría fuera de lugar: quien se le reveló a Moisés es el auto-existente. El hombre está acostumbrado a obtener su conocimiento de las cosas de su entorno, así, si le presentan un caballo al aborigen pensará que se trata de un perro grande o de una bestia de otro mundo. Dios no deseaba que Israel usara sus ideas preconcebidas para conocerle, Él se les revelaría, y ellos les conocerían de primera mano y le adorarían en verdad. Así, para que el canto congregacional sea en espíritu y en verdad es necesario haber sido regenerados, pero también es necesario haber sido instruidos en cuanto a lo que Dios ha revelado de Sí mismo, que no sea un canto influenciado por lo que la cultura popular cree que es Dios, sino por su revelación fidedigna.
Verdadero / Apropiado
No todo lo que compone un músico es apropiado para el propósito del canto congregacional, parte de su obra es más para consumo personal y particular.
Antes de finalizar este primer punto de la serie quiero establecer que aún entre aquellas canciones que han sido escritas por hombres piadosos cuyo espíritu ha sido regenerado y cuyo contenido es verdadero, existen algunas que por su propósito y orientación no son necesariamente apropiadas para el canto congregacional. Es el caso de una canción que ha compuesto un músico cristiano para su esposa, sus hijos o para su país, que podrían ser útiles en algunas ocasiones especiales muy específicas, pero no para el canto congregacional regular. Así como no todo lo que ha escrito un autor cristiano es útil como sermón, no toda la música compuesta por un músico cristiano es apropiada para el propósito que nos ocupa. Por citar un caso: C. S. Lewis, escribió Mero Cristianismo, una joya de la literatura cristiana y un libro digno de ser recomendado a todo nuevo creyente para los fines de su instrucción cristiana; también escribió La Experiencia De Leer, un libro digno de ser recomendado a cualquier persona que guste de la literatura, aunque aporte poco en asuntos de doctrina cristiana, pues no es esa su intención. Exploró también géneros tan diversos como la ciencia ficción y la literatura fantástica que quizás no sea prudente incluir en un currículo de Escuela Bíblica, pero sí como cultura general. En todas sus obras que he podido leer, desde las más concretas hasta las más subjetivas, se evidencia una mente regenerada e instruida, pero no toda su obra es apropiada para todos los propósitos. He visto casos en los que se ha intentado explicar la redención utilizando las Crónicas de Narnia con resultados más bien pobres.
Cambiar el canto concreto y objetivo por lo abstracto y subjetivo sería equivalente a cambiar la ordenada enseñanza expositiva por El león, la bruja y el ropero.
Sucede en la actualidad con determinadas canciones muy abstractas que impresionan por su creatividad aunque no necesariamente ayuden al sentido, que es lo que debe primar en el canto congregacional. Cambiar el canto concreto y objetivo por lo abstracto y subjetivo sería equivalente a cambiar la ordenada enseñanza expositiva por El león, la bruja y el ropero. ¿Es este un argumento en contra de la literatura o las canciones metafóricas? ¡De ninguna manera! Lo que quiero expresar es que no todo lo que produce un autor o compone un músico cristiano es apropiado para el propósito del canto congregacional, parte de su obra es más para consumo personal, particular o complementario. En esta segunda parte de la serie he resaltado la importancia de que el canto congregacional sea espiritual y verdadero, en la próxima entrega analizaré la importancia de que nuestro canto esté centrado en Dios.
Actualización Ya pueden leer la tercera entrega.
- Efesios 2:8 RVR: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios». [↩]
- Lucas 6:6-10 [↩]
- Génesis 2:17 RVR: «Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.» [↩]
- Hechos 3:1-8 [↩]
- Deuteronomio 7:9 [↩]
- Deuteronomio 7:21 [↩]
- Deuteronomio 23:36 [↩]
- Deuteronomio 23:13 [↩]