Sigamos celebrando a Cristo

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

2 Corintios 3:18

Con la Navidad me pasa igual que con la playa y los sitios turísticos, la disfruto mucho más cuando ya han pasado los días feriados. En el momento en que todo el mundo esta buscando cajas para guardar la decoración, yo tengo la convicción que los cristianos deberíamos mantener el enfoque, pues nuestro trabajo principal no es hacer que la gente piense en Cristo durante la navidad, sino dedicarnos nosotros mismos permanentemente a contemplar a Cristo. Esta no es la labor de un mes, ni siquiera de un año, sino la tarea principal de nuestras vidas: imitar a Cristo, verle detenidamente, llegar a parecernos más y más a Él.

No tengo problema alguno con la navidad cultural (arbolitos, bombillitos y regalitos), la disfruto y participo de ella según mi conciencia y mis medios me lo permiten. Pero reconozco que, aunque regularmente predico de la Navidad —con mayúsculas— durante las fiestas de navidad, disfruto mucho más predicar a Cristo cuando ya se han quitado las luces. Admiro la entereza de muchos de mis hermanos, quienes pueden con facilidad conciliar el nacimiento de Cristo con cada una de las fiestas de la cultura y encontrar simbolismo cristiano en las partes más recónditas, por mi parte, participo en las mismas actividades con mi cuerpo y corazón, pero mi mente tiende hacia los asuntos más concretos (la navidad más sencilla), y no me siento en la obligación de encontrar significado cristiano a cada cosa: el puerco asado es delicioso, los pasteles en hoja son sabrosos y las uvas muy ricas, sin que tenga que ofrecer un versículo bíblico para demostrarlo. Para la cultura, navidad son unos cuantos días del año muy ajetreados, si el Señor nos permite en esos días llamar la atención hacia Él, diciendo que «la Navidad se trata de Jesús», bien hacemos, es una labor importante, pero mal haríamos si nos sintiéramos satisfechos.

El día más triste: 16 de Enero

Que el día más triste del año venga justo después de la temporada más alegre es una fuerte evidencia de que la cultura puede con distracciones sacar la humanidad temporalmente de su miseria, pero solamente Cristo satisface plenamente la vida del hombre.

Si dejamos fuera la Vieja Belén (un personaje del folclore dominicano que trae regalos a los niños que no recibieron nada de Santa Claus ni de los reyes magos), esta es la primera semana fuera del paréntesis de las festividades. El 16 de Enero próximo es considerado el día más triste del año a nivel mundial, y una de las razones es que ha pasado la efervescencia de la navidad. Entonces, en vez de bajar la guardia redoblemos el esfuerzo para presentar a Cristo y representarle bien en los contextos donde tenemos incidencia, en estos días es que es más necesario. Que el día más triste venga justo después de la temporada más alegre es una fuerte evidencia de que la cultura puede con distracciones sacar la humanidad temporalmente de su miseria, pero solamente Cristo satisface plenamente la vida del hombre. Cristo es la Navidad, su obra es un hecho concreto y relevante durante todos los días del año: Dios haciéndose hombre para reconciliarnos con Él mismo). Que esto sea para nosotros, que somos su pueblo, una realidad palpable y no un asunto decorativo.

Cristo seguirá estando disponible, Él es atemporal, perenne, inagotable.

Se quitó el árbol, se abrieron los regalos, sólo quedaron las cajas vacías y mucho papel de envoltura desparramado por el suelo. Algunos recibieron lo que esperaban, la mayoría recibió ropa que, o no le gusta o no le sirve. Pronto los niños se aburrirán también de los nuevos juguetes y los compromisos de siempre reclamarán nuestra atención, pero Cristo seguirá estando disponible, Él es atemporal, perenne, inagotable. Que sigamos celebrando a Cristo cuando se vayan los turistas. Que cuando baje el ruido y los medios vuelvan a su transmisión regular la iglesia mantenga su énfasis en la persona de Jesús. Él es nuestro programa, nuestro tema y todo nuestro calendario.

Que sigamos celebrando a Cristo cuando se vayan los turistas. Que cuando baje el ruido y los medios vuelvan a su transmisión regular la iglesia mantenga su énfasis en la persona de Jesús. Él es nuestro programa, nuestro tema y todo nuestro calendario.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *