Tengo ya 7 meses trabajando en la Comunidad Cristiana PezMundial. Este ha sido para mà un tiempo de transición: de un ministerio de enseñanza en el que trabajaba solo, a un proyecto mucho más amplio en el que participa mucha gente. En cada transición hay un desprendimiento, y puedo testificar sobre dos cosas que han tenido que ser destruidas en mi carácter para moverme de un punto al otro: mi independencia y mi autosuficiencia. En este artÃculo abordo la primera, dejo la segunda para otro momento.
SÃ, hay cosas que creemos y afirmamos con sinceridad, pero que en la realidad, ni siquiera sabemos ellas significan. Si me hubieran preguntado en abril —mes en que comenzamos— que cómo serÃa desarrollado este proyecto, les hubiera dicho, con total sinceridad, que por medio de un equipo de trabajo, y si la pregunta hubiese sido que en quién tenÃa la confianza, les hubiera señalado el cielo con un dedo; con la misma sinceridad. La realidad ha sido totalmente distinta. Dios me ha mostrado mes tras mes por medio de mis fracasos lo mucho que estaba acostumbrado a mi independencia ministerial, a tener el control de todo lo que necesitaba para hacer mi trabajo y a moverme a mi propio ritmo. En aquel tiempo, como lo que administraba no eran personas, sino objetos, sucedÃa, pero es imposible tratar las personas como si fueran objetos manteniendo tus valores.
A un libro puedo doblarle las páginas para saber dónde dejé su lectura o de paso saltarme algunos capÃtulos para llegar al que me interesa, a una presentación le puedo cambiar los colores para hacerla más agradable a mis gustos y a un amplificador le puedo graduar el volumen según mis preferencias del momento; pero es totalmente incorrecto doblar, cambiar o graduar una persona para que se adapte a nuestros caprichos. Quizás esta es la razón por la cual muchos lÃderes que han logrado algo de fruto trabajando solos en el momento que intentan trabajar en equipo terminan perdiendo sus valores al manipular y controlar la gente como si fueran objetos: ellos no hacen las paces con su nueva situación, pues no quieren renunciar a su independencia.
Este es un patrón muy común de fracaso: alguien era muy bueno haciendo algo (muy buen profesional, muy buen cantante, muy buen maestro, muy buen músico), y como se dio cuenta que solo no podrá lograr hacerlo a gran escala, terminó formando un equipo de trabajo y creando algún tipo de organización, ya sea una empresa, una iglesia o una banda. Como estaba acostumbrando a trabajar con elevados niveles de excelencia (pues era muy bueno haciendo lo que hacÃa) y a mantener el control (pues trabajaba solo) presionaba a todos los miembros del equipo para que trabajaran a su nivel. ¿Cómo lo hacÃa? Doblándolos, cambiándolos y graduándolos manualmente por medio de diferentes botones: reuniones particulares, reuniones grupales y «comunicación». Como la gente no querÃa ni doblarse, cambiarse ni graduarse para llenar sus expectativas, terminó abandonando el proyecto.
Por sus lÃderes no querer renunciar al control que da la independencia, fracasan tantos matrimonios, tantas empresas y tantas nuevas bandas. Llega un momento en el que tienen que elegir entre volver a trabajar solos con un nivel de excelencia de 100% o trabajar juntos aunque sea produciendo por debajo de sus expectativas. Los que aparte de independientes también son orgullosos prefieren renunciar y abrazando la calidad dicen: «no puedo trabajar con mediocres». Se lo dicen a sà mismos —pues para entonces ya están solos— y con ello se conforman. Aquellos que vencen el orgullo no abrazan la calidad, sino que abrazan la gente. Es mejor juntos producir cada uno al 60% y general un resultado consolidado de 120% —le dicen al equipo— y pagan el precio en tiempo de llegar a ser mejores. A fin de cuentas, un grupo de mediocres trabajando juntos producen más fruto, tienen más potencial y sobre todo mucho más satisfacción que un egoÃsta excelente trabajando solo. Además, el que trabaja solo al 100% ya llegó a su techo y lo único que le resta es aburrirse.
Al final de mis 7 meses en PezMundial tengo la satisfacción de saberme parte de un grupo de personas que ahora mismo estamos —todos— trabajando por debajo de nuestro potencial, pero que dentro de un tiempo estaremos generando resultados extraordinarios. Prefiero escalar con mis hermanos el Pico Duarte, sintiendo su calor, disfrutando el camino y celebrando al final, que escalar solo el Monte Everest para morir congelado. No hay nada más triste que llegar a la cima más alta y aparecer solo en la foto.
(Nota: Cuando los lÃderes hablan de la soledad regularmente lo que afirman es que no pudieron hacer la transición renunciando a su independencia.)
Dic 1, 2008