El domingo pasado estuve enseñando en PezMundial (Comunidad) sobre la parábola de los talentos (Mateo 25), y sobre ella, dos palabras que deberÃan llenar de urgencia el corazón de cualquier cristiano sincero: medición y resultados. Sé que ambos son términos malsonantes para los oÃdos de muchos creyentes, pues lo que tradicionalmente se nos ha enseñando —de forma directa o indirecta—, es todo lo contrario: que medir es malo y que a Dios no le importan tanto los resultados, sino las intenciones.
Pensar asà ha provocado que muchas iglesias se orienten al proceso y no al resultado, que inviertan sus recursos (tiempo, dinero, esfuerzo, dones) de manera poco sabia. Pasan de un programa a otro sin detenerse a medir el fruto que se está alcanzando por medio de estos; su satisfacción no está en aumentar lo recibido, invirtiéndolo sabiamente, sino en conservarlo, pues creen que con tal actitud glorifican a Dios. Esta parábola indica todo lo contrario: Dios no se conformará con que sólo conservemos lo recibido, si no negociamos con ello de forma tal que lo aumentemos, en vez de una felicitación y más recursos para administrar, lo que conseguiremos es ser despojados y reprendidos.
Existen dos enfoques posibles: alcance o resistencia. Una iglesia enfocada en alcanzar toma riesgos, es agresiva, proactiva y emprendedora, sus ojos están puestos en el horizonte, planifica y concreta, y cuando ha concretado, hace planes nuevamente para llegar aún más lejos; en resumen, usa su libertad. Cuando el enfoque es resistir, sucede todo lo contrario, sus ojos no están puestos en el futuro, sino en el pasado, el miedo paralizante le hace guardar todos los recursos recibidos debajo del colchón; su consuelo es la falsa seguridad.
Un detalle que me llama la atención en esta parábola es que el Señor, cada cierto tiempo, hace un reordenamiento de recursos. Como buen inversionista, convoca sus administradores para que hagan la rendición de cuentas y al final, de acuerdo a los reportes recibidos, a unos le recorta el presupuesto y a otros se lo aumenta. Esto lo he predicado en muchas congregaciones como advertencia y trato de vivirlo ahora en PezMundial: las iglesias que no utilizan sabiamente los recursos que Dios ha puesto a su disposición (gente, dones, oportunidades, equipos, infraestructura), tarde o temprano serán despojadas, esos recursos irán a parar a otras inversiones del mismo Señor que estén dejando mejores beneficios. (Luego viene el lloro y el crujir de dientes: la queja, la crÃtica y la murmuración. El que tenga oÃdos para oÃr, que oiga.)
Jul 22, 2008