Mientras más entendamos lo extraordinario que es el verdadero convencimiento de pecado, más nos gozaremos al ser testigos de una genuina obra del Señor.
La iglesia local deberÃa evitar que se relajen las ordenanzas del Señor, evitar que, ya sea por negligencia o ignorancia, quienes no han creÃdo sean tenidos como verdaderos creyentes o miembros de una iglesia local.
Todo cristiano anhela ver el crecimiento de la iglesia, pero sabemos que esto no depende de nosotros mismos: es un milagro, algo sobrenatural que Dios se ha reservado para Él. Lo que sà está a nuestro alcance es sembrar en tantos lugares como nos sea posible, orar y esperar en el Señor, y si vemos fruto, administrar la cosecha como mejor podamos.
La gracia común de Dios se ve en la vida de los cainitas (la reprensión, la edificación de ciudades, el establecimiento de familias, el desarrollo tecnológico y en el florecimiento de las artes), con su expresión más grande en tu paciencia.
Los cristianos podemos aceptar con facilidad que Dios ha mostrado su amor para con nosotros de una manera especial, «en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros», pero regularmente obviamos que la gracia común de Dios está disponible para todas sus criaturas.
Solamente uno abrió su boca para glorificar a Dios. Solamente uno se postró rostro en tierra humildemente a los pies de Cristo. Solamente uno dio las gracias. Todas las bocas se abrieron para pedir, sólo una boca se abrió para agradecer.