Sin importar los años que tengas estudiando la Biblia siempre volverás a los fundamentos (Cristo y el evangelio), siempre estarás estudiando todas las Escrituras para tener más contexto y resumiendo en forma de doctrina, cada vez con más claridad, las cosas que vas aprendiendo.
Así como providencialmente se nos ha concedido creer, también se nos ha concedido padecer e identificarnos con Cristo, a veces en formas muy palpables.
Que Dios te use a pesar de tu desvarío no es un testimonio se Su aprobación, sino de Su soberanía. Dios es el creador y el hombre la creatura, el creador puede usarnos soberanamente como herramienta suya sin que su trato implique que se agrade en nosotros.
No está mal hacer planes y proyectos, no está mal tener una estrategia para administrar el fruto, pero la única mejora que puede ser considerada importante es llevar la iglesia cada vez más a su fundamento original: aquello ordenado por Cristo y documentado por sus apóstoles es la fuente de las mejoras; en eso, al tiempo de Dios, veremos un fruto que permanece.
Cualquiera podría pensar que la iglesia del Señor es un lugar ideal, uno en el que no existen los conflictos y si acaso se presentara alguno se resolvería de forma rápida y sin mayores dificultades. No, eso no es así. La iglesia es una familia real, una en la que las diferencias y desavenencias se presentan día tras día entre hermanos que no siempre logran ponerse de acuerdo, por lo menos, no en el momento.