Esta noche, en PezMundial, terminaremos la serie de enseñanzas sobre la fe y nuestros…
Señor Jesús: Perdona mis pecados, te amo mucho, te necesito para siempre estás en…
De los libros que he leído en los últimos años, uno de los que…
Hablaba con un amigo sobre las barreras que tienen que ser derribadas para que…
Estuve enseñando sobre discipulado todos los miércoles de diciembre en la Iglesia Vida Abundante,…
Aquellos que poseen mucho conocimiento (ya sea porque se sacrificaron para adquirirlo o porque tienen una mente privilegiada) a menudo no son los más aventajados. Esto sucede porque se obvian otros dos puntos de apalancamiento (aparte del conocimiento) de igual o quizás hasta mayor poder e importancia: la experiencia y las relaciones.
La forma en que comienza una relación determina la forma en que se desarrolla. Cristo no invitó a Pedro a seguirle para dar un paseo o recibir un estudio bíblico, sino a seguirle con un propósito claramente definido, que no terminaba en Pedro, sino que lo trascendía, llegando mucho más allá. Le dijo que eventualmente lo convertiría ―por medio de la enseñanza y la práctica― en un pescador de hombres. Quizás la particularidad de su llamado, orientado la acción y no a la reflexión, fue lo que hizo de Pedro un discípulo mucho más proactivo que sus iguales.
Estuve leyendo ayer la historia de Acab y la viña de Nabot (1 de…
Me hace ilusión creer que verdaderamente la fe, la esperanza y el amor pueden crecer en el mundo de forma exponencial si tan sólo hacemos un pequeño esfuerzo por sembrar, aunque sea de forma subrepticia ―escondiéndola por los caminos o dentro de otras plantaciones―, la semilla del reino.