Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creÃsteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibÃ: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer dÃa, conforme a las Escrituras. 1 Corintios 15:1-4
Al intentar gestionar su acta de matrimonio, se enteraban de que legalmente su matrimonio no habÃa sido consumado, que todo habÃa sido una farsa sin ningún tipo de valor formal.
Hace unos años fue noticia el hecho de que turistas extranjeros venÃan a casarse en hoteles de la República Dominicana, recibÃan una sesión de fotos a la orilla de la playa, participaban en la marcha nupcial en una emotiva ceremonia —conducida quizás por un miembro del equipo de animación del hotel que los declaraba marido y mujer como si tuviera él la autoridad para hacerlo— y tenÃan una noche de bodas romántica en una suite de lujo, con velas, pétalos de rosa y toallas en forma de pelÃcanos. Luego, al intentar gestionar su acta de matrimonio, se enteraban de que legalmente su matrimonio no habÃa sido consumado, que todo habÃa sido una farsa sin ningún tipo de valor formal, orquestada quizás por un operador de viajes deseoso de atraer turistas. En resumidas cuentas, ellos celebraron, pero la boda fue fraude. Si se habÃa dado cuenta mientras aún estaba en el paÃs, la pareja de «novios» turistas «supuestamente» casada podÃa dirigirse a una oficialÃa civil para agotar el papeleo formal, algo que quizás no tiene la emoción de la fiesta, pues sucede en una oficina pública de color pálido, ante un grupo de desconocidos que asentarán sus nombres en un libro grande poco decorado, pero que es la parte prioritaria para que su matrimonio sea reconocido ante las autoridades.
¡Ningún hombre deberÃa besar a la novia antes de constatar que su nombre está inscrito en el libro de la vida!
Lo mismo está sucediendo ahora mismo en muchas iglesias. Millones de personas asisten a la iglesia cada domingo y reciben con alegrÃa miles de sermones sobre distintos aspectos prácticos de la vida cristiana mientras ignoran este asunto legal que tiene importancia prioritaria: el evangelio. Cantan y celebran como si la herencia de Dios fuera suya y cuando necesiten disponer de esos recursos, al encontrarse ante el tribunal de Dios, descubrirán que participaron en un engaño, orquestado quizás por un ministro farsante que por atraer más público organizaba cultos emotivos en los que incluÃa todos los elementos de lugar (canciones, testimonios, predicación) mientras prescindÃa del elemento prioritario: el evangelio. ¡Ningún hombre deberÃa besar a la novia antes de constatar que su nombre está inscrito en el libro de la vida! Que algún cristiano prudente se levante, que grite que se opone a esa boda e interrumpa el protocolo hasta constatar que el libro que se están apuntando los nombres es el libro de la vida y no una réplica de utilerÃa. Predicar sermones, por muy bÃblicos que sean, mientras se deja de lado el evangelio, que es el tema central de toda la Biblia, es un engaño similar a organizar fiestas de bodas sin formalizar legalmente el matrimonio. Entre las muchas maneras que el diablo engaña a los hombres para distraerlos de su realidad ante Dios es envolverles en la vida cristiana, los sermones y las canciones emotivas sin haber conocido antes el evangelio.
El evangelio es el sermón imprescindible, quizás el único absolutamente necesario.
Puedes cultivar la sana doctrina, pero sin el evangelio, toda doctrina es falaz. Puedes cultivar la moral cristiana, pero sin el evangelio toda conducta es reprobable. Puedes decir que amas, pero no estarás amando realmente hasta que no hayas conocido antes el amor de Dios1, expresado en el evangelio. ¿Y qué es el evangelio? El evangelio es la buena noticia de que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer dÃa, conforme a las Escrituras. La noticia es buena porque al recibir, perseverar y retener esta verdad, somos salvos (nuestros pecados son perdonados) y tenemos la esperanza de que seremos levantados juntamente con Cristo2 para vivir una eternidad en la presencia de Dios. Luego de esto, hagamos fiesta, participemos del banquete y tomemos fotos, pero nunca antes. Nadie deberÃa participar en la fiesta antes de haber conocido el evangelio. El evangelio es el sermón imprescindible, quizás el único absolutamente necesario. La doctrina, la moral y el amor son sus expresiones, pero lo que hace posible la vida cristiana es el evangelio. El evangelio hace que la doctrina sea cierta, la moral posible y el amor real.