Formar al lector cristiano

Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Hechos 17:10-11

En lo relativo a doctrina, lo «fundamental» no necesariamente se refiere a algo sencillo o simple.

He observado una gran diferencia en cuanto a su crecimiento espiritual —entender la perspectiva de Dios en determinada situación y actuar de acuerdo a ella— entre aquellos nuevos creyentes que antes de conocer a Cristo habían cultivado el hábito de la lectura y los que no, especialmente, en cuanto al entendimiento de las doctrinas fundamentales, algo que requiere más que una lectura ligera o informativa habilidades analíticas. (En lo relativo a doctrina, lo «fundamental» no necesariamente se refiere a algo sencillo o simple, sino más bien a la base estructural del edificio, algo que puede ser extremadamente pesado, rústico y complejo.) La generalidad de los lectores cristianos pueden comprender y hasta disfrutar con facilidad un devocional o un artículo corto, pero no con ensayos doctrinales o siguiendo a un autor a través de una compleja argumentación, como en los libros de Hebreos y Romanos1. Normalmente estas cosas no son muy tomadas en cuenta y en algunos casos hasta dejadas de lado, pero creo que si se invirtiera más tiempo —desde la iglesia— en la formación de lectores, ganaríamos mucho más en la formación de discípulos de Cristo.


Cuando hablo de formar lectores no estoy pensando en formar lectores de libros en papel, sino, a cultivar el hábito de lectura por cualquier soporte: Papel, Internet, Kindle, IPad y los soportes que estén por venir.

Algunas razones

Encuentro que el medio oral es muy valioso para los fines la presentación inicial de la doctrina cristiana, pero para fines de explicación, la palabra escrita sigue siendo el medio más fiel2. El ejemplo de los bereanos ilustra este punto: Pablo les presentó la doctrina por el medio oral pero ellos la contrastaron en el medio escrito. Otro beneficio de tener buenos lectores es que lo mejor del pensamiento cristiano histórico —nuestra herencia— no está en video ni en audio, sino por escrito. Por otro lado, hay algo mucho más importante a tomar en cuenta para comenzar a cultivar el hábito de la lectura desde la iglesia: si dejáramos de leer, tendríamos que limitarnos a obtener de segunda mano y gota a gota gran parte del material que consumimos y perderíamos la capacidad de constatar con la fuente su validez. Por regla general, uno que es sólo oyente está más expuesto a la falsa doctrina que un lector y en mi experiencia, quienes no son lectores regularmente consumen un tipo de contenido ligero y diluido —fácil— que se termina reflejando en su carácter cristiano. Siempre se dice que a diferencia del europeo, el latinoamericano común es muy abierto a la religión, aunque no a la lectura, pero eso debería ser tomado como una razón para redoblar nuestro esfuerzo, no como una excusa para desistir.

  1. Tanto la epístola a los Romanos como la epístola a los Hebreos son fundamentales para la doctrina cristiana, pero para llegar a entender y a disfrutar su lectura se requiere esfuerzo y dedicación. De entrada, los temas parecen algo oscuros para el lector poco experimentado, pues incluyen referencias históricas y culturales que se desarrollan en otros libros y momentos con las que quizás no esté familiarizado, pero paradójicamente, allí mismo está la mayor luz. []
  2. 1 Pedro 1:19: «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones». []

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