No tomes; por asunto de salud

Esta es la tercera parte de un una serie de artículos sobre las bebidas espirituosas o estimulantes. Pueden leer las anteriores: Tomo alcohol y no me embriago y Una resaca mental.

TomarInicié esta serie argumentando en el primer artículo que no todos los bebedores se emborrachan y en el segundo artículo creo haber demostrado que si la pecaminosidad de las bebidas fuera asunto de grados, sería tan malo tomar tequila como comerse una piña. Este tercer argumento (el de la salud) es mi favorito y el que implementé con más éxito en discusiones anteriores.

Es bastante lógico: tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y el alcohol es perjudicial para la salud. Suena bien y hasta me hace sentido. De todos modos, creo que si se le hace una lectura detenida a este argumento termina siendo tan débil como los anteriores (la borrachera y los grados).

Los creyentes no somos muy dados a cuidar el cuerpo por medio de la alimentación; nos destacamos en darle buen uso a la boca. Nuestro orgullo es que no bailamos ni bebemos —algunos, claro está—, pero comemos más que los romanos en sus mejores tiempos. Es tan conocido esto del buen comer en los creyentes, que sería posible determinar quien está a punto de apartarse del camino por medio de la siguiente prueba: aquel a quien frecuentemente le falta el apetito y deja de comer por periodos prologados de tiempo sin estar en ayudo está a punto de caer.

Hace unos años descubrí algo interesante leyendo los evangelios. Jesús predicaba sentado, comiendo, preferiblemente. Discipulaba su gente alrededor de la mesa y cuando invitaba a alguien a seguirle el primer paso era llevarlo a comer con los demás. Quizás por esto lo acusaron de comilón y bebedor. Desde entonces he hecho mi mejor esfuerzo por imitar al maestro, por ser un buen discípulo y seguirle también en este aspecto.

No tomar por cuidar el cuerpo es un arma de doble filo, pues tradicionalmente los cristianos hemos visto esto como vanidad. Recuerdo una discusión donde participé, sobre los gimnasios. Algunos hermanos argumentaban que no era correcto que los jóvenes frecuentaran esos lugares, citando una y otra vez al apóstol Pablo: «pues aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo, ya que incluye una promesa no sólo para la vida presente sino también para la venidera». Una hermana se puso en pie y gritó: «estos jóvenes de ahora, no leen la Biblia ni oran diez minutos, pero pasan tres horas al día levantando pesas. Que ayunen, verán como se ponen en forma».

En nuestras congregaciones abundan el sobrepeso, los abdómenes abultados (barriguita) —yo el primero vil pecador— y una falta de cultura enorme en cuanto a la buena alimentación se refiere. Pero para demostrar que tomar cerveza es pecado, por asuntos de salud, somos expertos nutricionistas y nos embarga la preocupación por el cuidado corporal. Si al caso vamos, y queremos resolver el problema usando versículos, el mismo Pablo le exhortó a su discípulo Timoteo: «No sigas bebiendo sólo agua; toma también un poco de vino a causa de tu mal de estómago y tus frecuentes enfermedades».

Suena muy concienzudo todo aquello de la salud y el cuidado del cuerpo, templo del Espíritu Santo. Pero si es pecado tomar, y la justificación de este pecado es solo un asunto de cuidar el templo, la comida chatarra (hot dogs, frituras, nachos, hamburguesas) también lo es. Es tan pecador el creyente que entra a un bar, a dañar su cuerpo con alcohol, como aquel que va a Burger King, a dañarlo con colesterol y grasas saturadas.

Hay que ser justos, pues el argumento a favor de la salud no es solo una preocupación estética. Ciertamente el alcohol es considerado droga porque afecta el sistema nervioso. Es una sustancia química toxica que puede llegar a deteriorar algunos órganos como el páncreas, el corazón o el hígado. Pero por otro lado, estudios han demostrado que tomar una o dos copas de vino al día es un hábito muy saludable y que los consumidores moderados tienen un menor riesgo de padecer enfermedades cardíacas.

Viendo el gran cuadro del consumo de alcohol y la salud, se llega a las mismas conclusiones que con el primero de los argumentos (el de las borracheras). La expresión sería: tomar en grandes cantidades sería pecado, porque daña el cuerpo —templo del Espíritu Santo—, pero tomar moderadamente sería saludable porque hace bien al corazón —donde habita Cristo—.

De todos modos está por demostrar qué sería poco y qué sería mucho. ¿Cuántas copas serían necesarias para llegar a pecar? Y con esto se llega a conclusiones similares a las del segundo argumentos (el de los grados). Para determinar que algo es pecado —hablando legalmente— es necesario demostrar una violación objetiva a una ley claramente establecida. El pecado, legalmente hablado, no puede ser asuntos de caprichos o puntos de vistas particulares, sino de ir en contra de algo previamente conocido y de aplicación general.

Los tres argumentos (borracheras, grados y salud) hacen un círculo y terminan siendo básicamente asuntos particulares, subjetivos y de aplicación local. ¿Cómo determinar que alguien está borracho? ¿Porque habla cosas sin sentido? ¿Porque coordina mal sus pasos al caminar? ¿Porque no puede pararse en una sola pierna sin perder el equilibro? Si son subjetivos y particulares se vuelven caprichos y no leyes, y si no hay ley tampoco hay pecado.

Ya que estos tres argumentos (borracheras, grados y salud) terminan siendo subjetivos, está demás seguir estudiando otros mecánicamente; necesitamos algo más elevado para regir nuestra conducta. Este será el punto del último artículo, dejo la conclusión de la serie para otro día.

15 comentarios

  1. Hola amigos, simplemente considero que el alcohol en exceso hace daño pero que uno se tome un tragito social que no tiene nada de malo, ademas que dicen que bueno para la salud. pero…

  2. Saludos..

    «Cristo te hace libre», es uno de los slogan más usados por los cristianos. Sería excelente si aparte de decirlo, nos lo aplicáramos.

    Soy libre, puedo tomarme una copa de vino sin prejuicio y no necesito caer en estado de embriaguez para «sentirme bien» ni para «ahogar las penas».

    La carne no me domina, no soy su esclava, porque Soy Libre. Mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, hay ciertas comidas que le hacen mucho mal a mi estómago (por ejemplo: los picantes), y soy lo suficientemente libre como para no consumirlos.

    Siempre me ha «chocado» ese asunto de «no bebemos ni bailamos, pero si comemos», pareciera que no es válido este pasaje:

    «Romanos 13:13
    13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia…»

    Todo me es lícito, pero no todo me conviene, y si sé que algo no me conviene y lo hago, entonces no soy libre como digo.

    Dios nos dé sabiduría y entendimiento para vivir como El quiere que vivamos.

  3. Rafa, estoy siguiendo con mucho interes, esta magnífica serie, como sabes en España, hay una cultura mediterranea (creo que se ajusta más a la judia), en que el alcohol: no esta relacionado, necesariamente, con la borrachera. La cultura del vino, de las «tapas», etc.
    Espero tu ultimo articulo y conclusion, y lo comentaré.
    Un abrazo fraterno.

  4. ¡¡¡¡¡FELICITACIONES¡¡¡¡ Buenisimo,buenisimo,como templo del E.S. que somos, no deberiamos ni tomar una copa no mas, pues, asi comienza el enemigo a tomar posesion .porque siempre despues del 1, viene el 2,y el tres, etc.Estare pendiente para leer el proximo articulo. Dios le bendiga ricamente.att. Teresa.

  5. por fin llego la tercera parte mi hermano!
    aunque espero por la conclusion porque no he entendido bien cual es tu punto de vista acerca de este asunto.
    pero hay que tener claro que el señor dice «no os enbriagueis»

  6. Hermano querido, tanto la «comida chatarra» y la «bebida espirituosa», destruyen el «Templo del Espíritu Santo» si nos dominan, como lo escribe Pablo soy libre siempre y cuando «no nos domine»
    Una cerveza de vez en cuando, no es pecado; un vaso de vino con ciertas comidas, es saludable.-
    Pero si mi libertad es ocasión de pecar a mi hermano; se transforma en pecado, y me falta amor por él.-

  7. Amen, hermanos; en ciertas ocasiones me he abstenido «por amor a mi hermano», que se supone es más debil; pero en muchas ocasiones me he preguntado tambien si mi hermano no deberia permitirme hacerlo «por amor a mi». Sigo pensando que los cristianos no debemos ser objetores de conciencia, ni obligar a los demas a pensar «como a mi me gusta». Rom 14:5 dice «Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente»… ¿porque obligar a los demas a que consideren los dias como yo los considero?…

  8. Me apasiona el tema. Tanto la alimentación como las bebidas son ocasión de buena salud como podrían igual convertirse en ocasión de pecado. Les recuerdo que:
    . biblia escrita en nuestras mentes y corazones
    . el E.S. mora en nosotros
    . dominio propio
    Depende de nosotros hasta donde llegamos.
    Rafa…..

  9. la cocacola te daña los riñones
    deja de dañar el templo del espiritu santo…
    (aunque considero que el espiritu santo se regocija de mi alegria y felicidad, cosa que la cocacola produce)

    just looking arround…
    regards…

  10. Rafa:

    Sólo me queda decir: ¡Salud!

    Salud es lo que se pide al brindar con una copa, que sea recordatorio antes de caer en cualquier exceso: salud en el alma, el corazón, el espíritu y la mente… en nosotros en general, y el cuerpo, claro.

  11. Una cosa es cierta: Si te embriagas con bebidas alcoholicas, o ingieres estupefacientes siendo cristiano, estás pecando. Peor aún, si lo haces a sabiendas que está mal, estás engañado y crees tener la verdad, pero estás ciego.

    Comer carne o bebida no es pecado, ya que Dios creó todo para comer y beber. Pero, el exceso y la justificación nuestra como cristianos para darnos licencias y estar con unas «copitas encima», hermanos, ¡es una actitud contraria a la voluntad de Dios!

    Personalmente, soy abstemio, y creo que no me he perdido de nada. Al contrario, he ganado mucho en salud, vigor, alto desempeño deportivo y profesional y bienestar (por misericordia de Dios).
    Tampoco debemos censurar al que come esto o al que no come aquello. Ambos lo hacen para Dios, si son cristianos.

    «El reino de Dios no consiste en comida o bebida, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu.» (Rom. 12.17)

    Dios les bendice ricamente,

    Con ágape,

    Edgard Abraham

  12. Todo lo que nos aparta de nuestra comunión con Dios es pecado, sea comida o bebida, en mayor o menor grado, pensamiento, hechos, etc.
    En mi iglesia no se nos prohibe tomar o ir a fiestas, para eso tenemos libre albedrío, pero se nos advierte de las consecuencias que puede acarrear el que permitamos que cualquiera de nuestros actos, preferencias o modo de vivir nos aparten de Dios, consecuencias físicas y emocionales. Cualquier cosa, situación o persona que pongamos por encima de Dios, es pecado.

    Así también con los demás, si en nuestra intimidad y comunión con nuestro Padre sabemos que no estamos pecando, pero el que a un hermano le sea ocasión de caer, entonces ya estamos actuando mal, no importa si fue toda una botella o solo una copita. Romanos 14 es muy claro en este sentido.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *