Cargar la cruz y morir en ella

Estuve enseñando sobre discipulado todos los miércoles de diciembre en la Iglesia Vida Abundante, anteayer concluimos la serie revisando los principios explicados y buscando formas prácticas de aprehenderlos (no sólo de aprenderlos intelectualmente, sino de asirlos, apropiándonos de ellos). Fue un tiempo muy grato, pero al final de la jornada, mientras conducía hasta mi casa, iba pensando en que no había sido suficiente, que faltaba algo, pues aunque les reiteré en varias ocasiones que el discipulado más que un evento para transferir información es un proceso que requiere tres partes (conocimiento, experiencia y relación), en la jornada hubo más de le lo primero, un poco de lo segundo y casi nada de lo tercero. Sobre todo, siento que hablé de construir, pero no de derribar lo que anteriormente había edificado en el lugar, de cargar la cruz, pero no de morir en ella. (Hablar de discipulado sin mencionar la cruz es como dar clases de natación en medio del desierto.)

Una de las canciones más preciosas que ha dado la música cristiana es sin duda En las aguas de la muerte. Su letra no solo es hermosa, sino también tremendamente cierta, característica que tristemente cada vez se encuentra más ausente en nuestro himnario. Pueden leer sus letras en el enlace, es una canción muy apropiada para el tema de este artículo.

Quizás fui exitoso al poder dejar algunos principios en sus mentes pero no tanto haciendo que ellos se parezcan más a Cristo llegando a pensar, sentir y desear lo que Cristo piensa, siente y desea. Discipular no es hacer que la gente cambie o asuma algún punto de vista, es un proyecto mucho más ambicioso y profundo. No consiste en simplemente agregar o rediseñar, sino en destruir lo existente, derribarlo; en morir, crucificar nuestras ideas, creencias y seguridades para construir de nuevo sobre una base mucho más sólida y confiable. Claro está, siembre será más fácil poner algo por encima, superficialmente, pintar las paredes de la casa o poner un florero, que escavar en lo profundo del alma, pero esto que se coloca será solamente una capa, una prenda (aunque sea de mucho valor) o un accesorio. Ya dijo Cristo que no deberíamos intentar estar adornando con prendas a los cerdos.

Aquí, precisamente, es donde veo un gran vació en nuestros programas de discipulado tradicionales: no escarbamos en el corazón para sacar a la luz lo que verdaderamente hay, qué es lo que nos hace pensar como pensamos, sentir lo que sentimos o desear lo que deseamos ―con la intención de confrontarlo―, sino que sólo colocamos una capa por encima y soñamos con que aquello quedó destruido o en el pasado. ¡Soy nueva creatura! ―Gritamos―, con los platos sucios debajo del mantel. Nos consolamos con que «las cosas viejas pasaron», pero no porque las hayamos cancelado o suspendido. Esto no es cristianismo, sino positivismo moteado de superstición.

Me dijo alguien una vez que mi perspectiva sobre el discipulado era demasiado negativa, violenta y sangrienta, que si lo vendía así no sería atractivo para los nuevos creyentes. (Le concedí las dos últimas, pero no la primera: será violento y muy sangriento, pero nunca negativo.) Puntualmente, le molestó que hablara primero de la muerte y no de la vida. Mi respuesta fue que para nacer en Cristo primero tenemos que morir a nosotros mismos, ser discípulos no se trata de subirnos encima de la cruz o colocarnos una cruz encima como amuleto, sino de «colocarnos» o «colgarnos» nosotros mismos en la cruz. (Es importante recordar que el propósito último de cargar la cruz es ser crucificados sobre ella al final del camino y no sólo hacer ejercicio.) Si la iglesia ignora la cruz, especialmente por consideraciones estéticas, pierde totalmente su sentido de ser, pues se igualaría a cualquier otra institución que educa y forma la voluntad de los hombres, como la escuela o las fuerzas armadas. La iglesia no existe para masajear el «yo» de los hombres con charlas motivacionales, sino para ayudarlos primero a morir y luego a vivir. La Biblia no es un libro de autoayuda de aquellos que le dan palmaditas al ego del hombre, sino un manual de instrucciones para entrar a la vida abundante a través de la muerte total.

En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado.

Romanos 6:5-7

Hay una diferencia muy sutil en cargar la cruz o dejar que la cruz cargue con nosotros sin pisar el suelo hasta que perdamos el aliento y digamos «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Es cierto que primero tenemos que cargarla, pero hasta Cristo en un momento se cansó y tuvo que ser ayudado. Pienso que si mientras se dirigía al Gólgota el maestro hubiera permanecido en el camino con la cruz a cuestas más tiempo del necesario su sacrificio hubiera sido totalmente innecesario, pues no moriría al derramar su la sangre, sino de cansancio. Quizás en el último tramo estuvo deseando comenzar a sentir los clavos lo más pronto posible para terminar con la agonía. Precisamente de eso mueren muchos creyentes: se esfuerzan por hacer la voluntad de Dios de forma estoica y terminan agotados. Lo que necesitan no es cargarla por un rato más, sino terminar de morir sobre ella. No estoy seguro de que todos puedan entenderlo, pero si alguno llega a descubrirlo se dará cuenta que precisamente allí en la cruz, y no en el camino, es que sucede el acontecimiento más significativo en la vida de un discípulo, allí se encuentra la paz que sobrepasa todo entendimiento: cuando morimos en la cruz y dejamos de vivir para nosotros mismos nacemos de nuevo con un nuevo entendimiento, una nueva voluntad y un conjunto nuevo de anhelos.

En las aguas del bautismo
Hoy confieso yo mi fe:
Jesucristo me ha salvado
Y en su amor me gozaré.
En las aguas humillado
A Jesús siguiendo voy;
Desde ahora para el mundo
Y el pecado muerto estoy.

Hasta que no terminemos de morir estará bifurcada nuestra voluntad, estaremos luchando para hacer la voluntad de Dios y no la nuestra. Un discípulo que no ha muerto es lo más parecido a un siamés. Parece un fenómeno de esos que lleva a los circos: una parte de él desea hacer la voluntad de Dios y otra la propia, y cuando intenta separarse se da cuenta de que se encuentra atado por un lazo que es más fuerte que las cadenas. El discipulado más profundo no consiste en educar al viejo hombre, sino en matarlo, dejarlo horas y horas en la cruz hasta que se desangre. El viejo hombre no se mejora ni se pinta, ¡se destruye! Así de violento es el proceso, pero al mismo tiempo es sumamente libertador. Si estás cansado de cargar tu cruz deja de caminar y termina de morir. Deja de pedir fuerzas y comienza a pedir clavos.

Ya que estoy crucificado,
¿cómo más podré pecar?;
por su gracia transformado,
vida nueva he de llevar.
A las aguas del bautismo
Me llevó la contrición;
Desde ahora me consagro
Al que obró mi redención.

13 comentarios

  1. Cuánta razón tienes!!

    Mi pastora siempre dice que el verdadero cristiano es aquel que ha pasado por la cruz. El arrepentimiento y alabastro quebrantado son parte del proceso de cada cristiano.

    Un abrazo!

  2. (Gal 2:20) He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.

    (Col 3:1 a 3) Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.

    (Heb 13:12 a 16) Por eso también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, sufrió fuera de la puerta de la ciudad. Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento, llevando la deshonra que él llevó, pues aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad venidera. Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.
    No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque ésos son los sacrificios que agradan a Dios.

    Hermano Rafael, buen año 2008, que seas bendecido del altísimo.-

  3. En verdad, llego y te leo y entiendo lo que dices…

    …Lo he vivido y siendo honesta, no he muerto aún, lo más «terrible» es que aunque estoy conciente de ello, todavía no encuentro la manera de morir para volver a naces, de poder decir que «todas las cosas quedaron atrás» porque ciertamente, hay muchas que siguen presentes, que me llevan a comportarme como gusano cuando en Cristo hoy soy mariposa, por decirlo de alguna manera.

    Podría hablar de los otros, pero en mucho yo quedo incluída en el proceso.

    Sí, no como antes, pero sigo vituperando cuando me enojo, sigo juzgando a los demás, sigo fumando tabaco, me cuesta mucho dar saltos de fe y me cuesta mucho en varios aspectos de mi vida ser constante…

    …Sí, me esfuerzo por hacer la voluntad de Dios de manera estoica y acabo agotada.

    Esa es la verdad y hoy al leerte sentí un alivio, pues me dí cuenta que hay personas que piensan en ello también; creo que somos muchos los que vivimos así, pero somos pocos los que nos atrevemos a tocar el tema.

    y bueno, con respecto a si esta forma de presentar las cosas «vende o no vende» creo que el evangelio y la vida cristiana no son cuestiones de mercadotecnia, son cuestiones de verdad y de vida y, desafortunadamente, la verdad no es algo que se «venda» fácilmente en nuestros días…

    …La puerta es angosta y sabes, yo anhelo ser uno de los que entren por ella.

    La cuestión aquí es (o al menos la que yo me hago):

    ¿Cómo se hace en verdad para morir uno a uno mismo?
    ¿Cómo se deja de caminar y se termina de morir?

    Gracias por publicar temas tan importantes y reflexivos.

    Que Dios te llene de bendiciones…

  4. Una vez dijo el fallecido pastor Adrian Rogers en una de sus alocuciones en su programa «El Amor que Vale» algo asi como

    «uno de los mayores problemas de los cristianos de los ultimos siglos, es que nadie los quiere matar…»

    Por supuesto, no hablaba de manera metafórica.
    Pudiera sonar fuerte, pero probablemente sea cierto… y quizá pueda ser una de las razones por las cuales el «bonito mensaje» … habia que decirlo pese que ya existe una Biblia.

  5. BIEN,PORQUE ESTAMOS DE ACUERDO EN TODO LO QUE DICES,.LO QUE ESTA PASANDO HOY EN TODOS ESOS SALONES ES HABLA DE LA CRUZ,CANTAN DE LA CRUZ, PERO NO QUIEREN MORIR EN ELLA……QUIEREN ESTAR A UN LADO DE LA CRUZ.

  6. TE FELICITO RAFA,SI LA CRUZ HA SIDO CARNE DE TU CARNE Y HUESOS DE TUS HUESOS,ESTAMOS EN UN MISMO ESPIRITU ESO ES LO QUE QUIERE EL SENOR CON LA IGLESIA,AUNQE PARA ALGUNOS LA CRUZ ES UNA LOCURA.LA PAZ PERMANEZCA EN TI.

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