Alguien puede decirte lo que Dios espera de ti, pero nadie puede prepararte para que eso haga sentido en tu mente, y aún menos, para que encuentres agradable hacer algo que frecuentemente va en contra de tus intereses materiales o deseos carnales.
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón. Salmo 40:8
En cuanto a hacer la voluntad de Dios, está el caso de quienes quieren saber lo que Dios espera de ellos, pero no se preparan para ser sensibles a la dirección del Señor, entonces, frecuentemente se encuentran recibiendo consejos que encuentran irracionales, improcedentes o injustos. Alguien puede decirte lo que Dios espera de ti, pero nadie puede prepararte para que eso haga sentido en tu mente, y aún menos, para que encuentres agradable hacer algo que frecuentemente va en contra de tus intereses materiales o deseos carnales. ¡Es mucho más fácil conocer la voluntad de Dios que deleitarse en ella u obedecerla! Antes de que David pudiera decir que hacer la voluntad de Dios le había agradado y su ley estaba en medio de su corazón (Salmos 40:8) dijo que pacientemente esperó en Jehová (Salmos 40:1), que había dejado de mirar a los soberbios y a los que se desvían tras la mentira (Salmos 40:4), que había llegado a sorprenderse y anunciar las maravillas de Dios (Salmos 40:5). Eso es precisamente lo que hay que hacer para llegar a deleitarse en la voluntad de Dios y en consecuencia poder cumplirla: practicar la paciencia, la santificación y la adoración. Por regla general, cuando alguien impaciente, carnal y centrado en sí mismo pide conocer la voluntad de Dios lo que realmente está buscando es que ser afirmado en su propio punto de vista o endosado por una fuente de autoridad (las Escrituras, un ministro). Este era el caso del perverso rey Acab cuando consultó al profeta Micaías. Y así fue que respondió cuando el profeta le reveló cuál era la voluntad de Dios:
Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino solamente el mal. 1 Reyes 22:18
Cuando alguien impaciente, carnal y centrado en sí mismo pide conocer la voluntad de Dios lo que realmente está buscando es ser afirmado en su propio punto de vista o ser endosado por una fuente de autoridad.
Foto — Rachel Lynette / UNSPLASH