Pero sobre todo canten espiritualmente. Tengan su vista puesta en Dios en cada palabra que cantan. Aspiren agradarle a Él más que a ustedes mismos o a cualquier otra persona. Cuiden que su corazón no sea arrastrado por el sonido, sino ofrézcanlo continuamente a Dios; así vuestro canto será tal como el que el Señor ha de aprobar aquí y recompensar cuando venga en las nubes.Juan Wesley, en su introducción
al himnario de 1761.