El ritmo de trabajo que he tenido este fin de semana en cuanto a la enseñanza ha sido bien intenso. Comencé el jueves con un tiempo de Estudio Bíblico basado en el libro de Nehemías, luego, el viernes, taller para un grupo de nuevos miembros, el sábado en la mañana un devocional para un grupo de discipulado que estoy por comenzar y en la noche la reposición de una enseñanza sobre la amistad que había compartido el domingo pasado, ahora para un evento juvenil en la Iglesia Fundamento Bíblico, donde la banda de PezMundial tuvo su primera presentación fuera de nuestra iglesia. Terminé ayer domingo con una enseñanza sobre Juan 11 en Baní durante el primer bautismo de PezMundial. Adicional a esto, varias reuniones con gente de PezMundial y amigos a quienes les doy seguimiento.
Normalmente, cuando tengo jordanas de este tipo, la gente me pregunta que de dónde saco el tiempo, la energía y la atención para lograrlo, pero para mí es el asunto más natural del mundo. Aunque no puedo negar que es agotador, y claro está, este no es mi ritmo de trabajo normal ni el más prudente, cuando uno trabaja en aquello para lo que fue creado, sus recursos se aprovechan extraordinariamente bien y se pueden lograr muchas más cosas. Para su pregunta, mi respuesta es corta: este es mi llamado. Hoy lunes amanecí con el cuerpo adolorido, pero no tanto por la jornada de enseñanza, sino por estar cargando gente sobre mi espalda para hacer pirámides sobre el agua en una piscina después del bautismo de ayer. Luego les comentaré más al respecto.
Este es mi llamado
Foto: Compartiendo una enseñanza sobre Juan 11 en Baní, durante el primer bautismo de PezMundial.