Antes de compartir las razones tengo que hacer un preámbulo. Escribo este artÃculo ocho años después de haber escrito otro, en este mismo blog, de temática similar, pero con conclusiones diametralmente opuestas. Quizás los lectores más antiguos podrán recordar mi anterior posición. Prefiero no enlazarlo para evitar distraer (quien desee leerlo puede solicitarlo abajo y se lo enviaré), solamente lo menciono como testimonio, pues por la gracia del Señor mis conclusiones de hoy son distintas a las de ayer y dieciséis años después de que comencé, he vuelto a matricularme para estudiar formalmente teologÃa. Pasemos entonces a las razones, saltaré las más básicas o elementales —como la responsabilidad ante el Señor de ser un obrero diligente, o la adquisición de conocimientos— para enfocarme en las que comúnmente no se toman en cuenta.
Pregunta
¿Qué razones podrÃa tener un maestro o pastor para matricularse en un instituto bÃblico en vez de desarrollar sus estudios como un autodidacta?
Si eres un pastor o un maestro que estás pensando inscribirte en un instituto bÃblico, haces muy bien al considerar detenidamente tus razones antes de entrar, pues requerirá un sacrificio enorme. Y a menos que puedas recordarte a ti mismo varias veces en el camino tus verdaderas motivaciones, será muy difÃcil que llegues al final. Yo mismo escribà estas cinco para volver a leerlas.
Quizás no te muevas de tu centro, pero por lo menos quedarás mejor ubicado, y sabrás cómo llegaste hasta allÃ.
Ampliar su visión. Estudiar con personas que de otro trasfondo eclesiástico, que no necesariamente comparten nuestras posiciones doctrinales o prácticas ministeriales puede ser muy enriquecedor, por lo menos en dos sentidos. El primero de ellos es que nos permite conocer de cerca y llegar a estimar a quienes sustentan dichas posiciones, algo que de otro modo no sucederÃa. Regularmente la gente no tiene oportunidad de convivir con el opuesto, sino que solamente confronta, pero si conviviera, se darÃa cuenta de que la fe auténtica y el buen testimonio están por encima de gran parte de las particularidades. Por otro lado, el material mismo que estudiarás también podrÃa ampliar tu visión teológica (sistemáticamente, bÃblicamente, históricamente), llevarte a considerar otros autores, a analizar seriamente el trasfondo de determinadas posiciones, a estudiar más seriamente la propia. Quizás no te muevas de tu centro, pero por lo menos quedarás mejor ubicado, y sabrás cómo llegaste hasta allÃ.
Un estudiante disciplinado no solamente adquiere conocimientos, sino que adquiere conocimientos en un proceso establecido de antemano por alguien más, de forma tal que cultiva su mente y su carácter.
Crear disciplina. Regularmente los pastores y maestros que eligen intencionalmente no ir a un instituto dicen tener un buen hábito de estudio, lo que le permite leer los mismos libros con que estarÃan estudiando sin tener que ir a las aulas. Esto puede ser verdad, sin embargo, no es lo mismo capacidad para el estudio que disciplina para el estudio. Puedes ser un muy buen estudiante autodidacta y tener una pésima disciplina, lo que te permitirá adquirir conocimientos rápidamente, pero tarde o temprano te pasará factura. Un estudiante disciplinado no solamente puede leer rápidamente libros, también puede leer los libros que no quisiera leer en ese momento para cumplir con un deber. Cuando se es autodidacta se lucha siempre con la tentación de estudiar los mismos temas y autores con los que se tiene afinidad o familiaridad, el programa del instituto puede sacarnos de nuestra zona de confort intelectual. Un estudiante disciplinado no solamente adquiere conocimientos, sino que adquiere conocimientos en un proceso establecido de antemano por alguien más, de forma tal que cultiva su mente y su carácter. Asumir el método de otro maestro, consumir los materiales que ellos te marcan —no los que tú preferirÃas—, entregar informes en formatos preestablecidos y avanzar al ritmo de los demás (teniendo que esperarlos o teniendo que avanzar el paso) durante unos años puede ser una excelente inversión en tu carácter para toda la vida.
La iglesia existe en medio de una sociedad, no en el vació, y en toda sociedad hay instituciones que validan el conocimiento.
Obtener formalidad. Una gran debilidad en el ministerio pastoral de nuestros dÃas es la informalidad. Admito que no hay razón alguna para demandar incondicionalmente que un pastor o maestro tengan que tener estudios formales. Sin embargo, la falta de obligatoriedad no deberÃa ser una excusa, más, cuando hay fuertes razones prácticas y prudenciales para hacerlo. La iglesia existe en medio de una sociedad, no en el vació, y en toda sociedad hay instituciones que validan el conocimiento: escuelas, universidades, institutos. Asà como en la medida de lo posible nos formalizamos ante el estado constituyendo la iglesia local, lo que nos permite tener propiedades y asumir compromisos sociales, deberÃamos darle más formalidad al liderazgo, también en la medida de lo posible. Los profesionales adquieren o validan sus conocimientos, son reconocidos por alguna autoridad y se agrupan en asociaciones y colegios. Antes de que existieran estas instituciones, los alumnos se exponÃan durante años a sus maestros para ser validados por ellos antes de tener sus propios discÃpulos. Los seminarios no pueden producir ministros o vocaciones, pero pueden moldear el carácter de estos ministros, constatar sus vocaciones y también darles formalidad, tanto a nivel interno (las iglesias) como hacia afuera (sociedad). Algunas denominaciones históricas han incluido entre sus requisitos de ordenación la titulación, y antes de rebatirles por su rigurosidad, deberÃamos considerar cuáles razones históricas le llevaron a hacerlo. Por citar un ejemplo: los falsos ministros abundan, pero pocos de ellos comprometerÃan tres o cuatro años de su vida antes de comenzar a operar. No es lo que mismo encontrar a alguien que dice tener un llamado que alguien que dice tener un llamado y se ha comprometido en ello de forma cuantificable, de forma tal que alguna institución le respalda. Otro ejemplo: para ser apóstol Pablo no necesitaba ser ciudadano romano, pero ese documento legal se convirtió en una herramienta muy útil para abrir puertas al evangelio, o por lo menos permitió que algunas puertas no se cerraran. ¿Un formalismo? SÃ, ¡pero muy valioso!
He resumido cinco razones que son frecuentemente ignoradas (ampliar tu visión, cultivar humildad y gratitud, crear disciplina, obtener formalidad y practicar el compañerismo), estoy seguro de que hay muchas más. Si al leer te llegó a la mente alguna otra o puedes compartir tu testimonio u opinión al respecto, te agradeceré que la dejes abajo, en los comentarios. Más adelante escribiré otro artÃculo pensando en aquellos que por una razón u otra (horario, tiempo disponible, distancia, dinero) no pueden acceder un instituto, serÃa algo parecido a: cómo llegar a ser un mejor estudiante autodidacta.
Sep 30, 2014