El pecado crea un déficit en la economía de Dios. Dondequiera que hay pecado, se toma o se demanda algo del pecador. Podríamos ir a través de toda la Biblia ilustrando este principio. Dondequiera que hay pecado, el pecador pierde algo que está fuera de su alcance recuperar.
— Charles Stanley, en su libro La paz del perdón.