Así como providencialmente se nos ha concedido creer, también se nos ha concedido padecer e identificarnos con Cristo, a veces en formas muy palpables.
Viene sucediendo desde el libro de los Hechos en cada momento de la historia, cada vez que el reino de los cielos se ha abierto camino entre las tinieblas ha dejado tras su paso una estela de benevolencia: testimonios, instituciones, justicia y solidaridad.