Repetir con la misma pasión

Cuando algo es realmente valioso —como lo es el consejo de la Palabra de Dios—, se puede compartir cien veces más con la misma pasión de la primera vez.

Anteayer estuve en la Iglesia Evangélica Dominicana (Avenida México) compartiendo por cuarta vez desde el 2009 la misma enseñanza sobre el libro de Daniel: Daniel en Babilonia. Recuerdo que la primera vez que repuse un tema ya predicado me sentí bien raro, pues como que no encontraba la misma pasión al repetir las mismas cosas. Y es que cuando se acaba de preparar algo existe cierta urgencia por compartirlo pronto, pero me he dado cuenta que cuando algo es realmente valioso —como lo es el consejo de la Palabra de Dios—, se puede compartir cien veces más con la misma pasión de la primera vez. Es la misma pasión que sintió el Rey Josías cuando encontró un viejo libro, quizás sucio y maltratado por el tiempo: el Libro de la Ley. No era nada nuevo, pero aún era la Palabra de Dios, y con ella, comenzó una gran reforma.

Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó. Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey. Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos. (2 Reyes 22:8, 10—11)