No desafina tanto ante Dios la vibración en la cuerda de una guitarra como el carácter de quien la sostiene; podrÃa seguir con una cuerda rota y Dios recibirÃa por igual su canción, pero si no tuviera el corazón correcto, aunque vibrara la cuerda en su frecuencia, serÃa reprobado; el hombre, su canción y su guitarra.