La carta a los Filipenses nos recuerda que la razón central para evitar la contienda y la vanagloria —llegando a considerar sinceramente a los demás como superiores a nosotros mismos, en todos los meses del año— es el hecho sobrecogedor de la encarnación de Cristo. Ya que nuestro Dios ha dado tal muestra de humildad (despojándose de sà mismo y tomando forma de siervo), lo mÃnimo que podemos hacer nosotros es seguir su ejemplo.