La forma en que comienza una relación determina la forma en que se desarrolla. Cristo no invitó a Pedro a seguirle para dar un paseo o recibir un estudio bÃblico, sino a seguirle con un propósito claramente definido, que no terminaba en Pedro, sino que lo trascendÃa, llegando mucho más allá. Le dijo que eventualmente lo convertirÃa ―por medio de la enseñanza y la práctica― en un pescador de hombres. Quizás la particularidad de su llamado, orientado la acción y no a la reflexión, fue lo que hizo de Pedro un discÃpulo mucho más proactivo que sus iguales.